-¿Cuánto pagaste por ella?.-La mirada de Jacob es sombría y sin expresión.
-QUE LES PASA A LOS DOS ACASO YO SOY UNA MERCANCÍA.-Grité histérica.
-Veinte millones..-Habla el hombre de traje.
-Te doy el doble y es mía...-Anuncia Jacob y los ojos de Emi...
Sólo pasó media hora para que Jacob llegara con sus hombres a la mansión de Alessandro. Él irrumpe la seguridad, pues nada ni nadie lo detiene. Él es el rey de la mafia y ningún hombre tiene las agallas de hacerle frente, ni siquiera los subordinados de Alessandro.
—¡Maestro pasa algo!.—Un subordinado de Alessandro subió a su despacho con sudor en su frente.
—¿Que pasa? ¿Ya está aquí?.—Sonreí con burla.
—Così è...—Asiente agitado.
—Está bien... Lo invitaremos...—Dejé el libro y me levanté despacio.
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Tan pronto como entró Jacob a la sala de estar, sus ojos fríos y sombríos barrieron el lugar. Alessandro bajaba de las escaleras con suma elegancia y una sonrisa de lado.
—Siento haberte dejado venir en vano... Ella no está aquí.—Se recostó de la pared luciendo sexy y encantador.
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—¿Crees que te creeré?.—Jacob se puso al frente casi chocando ambos rostros.
Alessandro tiene esa mirada de ver a las personas de arriba a abajo aunque esté intimidado. Chasquea sus dedos con gracia mientras ve la furia que destilan los ojos de Jacob.
—¡La vimos subir a su auto con nuestros propios ojos!.—Alessandro ladea su cabeza y ve sin expresión a Terry.
—Es cierto. ¿Y la viste entrar a mi mansión?.—Ahora ve a Jacob elevando una ceja.
Jacob tiene las manos echas puños, pero el sabe que tocar a Alessandro sería desatar una guerra entre clanes y hay muchas cosas involucradas antes de atacar. Contiene su respiración y se hace a un lado. Alessandro se sienta elegantemente en su sofá y los segundos aquí son eternos y el aura de guerra de ambos hombres está flotando en el aire. Un mal movimiento o una palabra mal dicha sería el caos.
—¡Usted está siendo irrazonable!.—CJ detuvo a su hermano Terry de seguir hablando.
CJ sacude su cabeza para controlar la emoción de asesinar al tipo, se apartan un poco y dejan que el Padrino resuelva el asunto en persona.
