-¿Cuánto pagaste por ella?.-La mirada de Jacob es sombría y sin expresión.
-QUE LES PASA A LOS DOS ACASO YO SOY UNA MERCANCÍA.-Grité histérica.
-Veinte millones..-Habla el hombre de traje.
-Te doy el doble y es mía...-Anuncia Jacob y los ojos de Emi...
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Han pasado varios días de la última vez que Jacob divisó a Emily y a su hijo en el parque. Las noticias de él no le llegaron a Emily y por eso decidió enviar su razón directamente con un subordinado hasta su domicilio.
Una demacrada Emily abre la puerta quedando sorprendida al ver a uno de los hombres de Jacob vestido de negro y con gafas oscuras.
—Señorita Emily. El Padrino quiere verte...—Le tendió un pequeño sobre con la dirección del hotel.
—Gracias...—Susurré en un hilo de voz.
—Hasta pronto señorita Emily...—Asiente cortésmente y se va así sin más.
Al día siguiente Emily se dirige al lujoso hotel de la ciudad de Vancouver y su corazón latía rápido y sus nervios se encontraban en un punto de colapso. No prestó atención a la lujosa decoración del hotel y los majestuosos adornos y muebles. Su mente estaba en el temor que le tiene a Jacob pero al pensar en Benjamín se armó de valor y coraje para enfrentarlo.
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Emily tocó suavemente la lujosa puerta de la habitación de Jacob y su corazón lo tiene en la garganta y galopa fuerte mientras espera. Después de unos minutos la espera terminó cuando la puerta se abre lentamente.
—Ven acá...—Llamó tranquilamente.
El olor a alcohol y cigarrillo perforó las fosas nasales de Emily y se sintió mareada por un momento e incluso difícil de respirar y fue tanto que su corazón latía más rápido. Sube su vista y lo ve a los ojos de tigre pero oscuros y con esa sonrisa sexy pero malvada. Entonces se dió cuenta de que estaba con el torso desnudo, un pantalón de algodón y su fuerte pecho se veía atractivo y tentador. Las mejillas de Emily se pusieron rojas. Era él. Jacob Sorrentino. Después de terminar de entrar bien a la habitación se quedó en shock. Él no estaba sólo. Estaba con ella, con su mujer y esposa. Mónica Marchetti. Él se sentó perezosamente en el lujoso sofá luciendo tranquilo y calmado pero solo era un disfraz de lo malvado y terrorífico que él es. La mujer al ver quién era sonrió coquetamente seductora.
