-¿Cuánto pagaste por ella?.-La mirada de Jacob es sombría y sin expresión.
-QUE LES PASA A LOS DOS ACASO YO SOY UNA MERCANCÍA.-Grité histérica.
-Veinte millones..-Habla el hombre de traje.
-Te doy el doble y es mía...-Anuncia Jacob y los ojos de Emi...
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—¿Donde está la bebé?.—Jacob quien estaba a cargo de cuidar a su hija se preguntó en voz baja.—Qué estas...—El abrió muchísimo los ojos al ver el desastre.—Que hiciste...—Murmuré incrédulo. ¡Emily me va a matar!.—Dios Jocke...—Veo a ambos lados y todo estaba empapado de talco.—No es gracioso lo que hiciste.. ¡No te rías!.—Su hija lo veía con ojitos lindos e inocentes.—¡Ven acá!.—La bebé comenzó a gatear y se escabulle de la escena del crimen.
Jacob la alcanzó y la alza en sus brazos haciéndole muchas cosquillitas, ella reía y acariciaba el rostro de su papá dejándole huellitas de talco en su cara. Y esa no es la peor parte del desastre, pues toda la travesura se la llevó el hermoso gato de Benjamín.
—No es cierto...—Veo al pobre gato limpiando su cola, la veo a ella y sonríe mostrando sus dos dientitos.—¡Mamá me va a matar!.—Murmura amargamente.—¿Porqué eres tan traviesa eh?.—Hice un puchero y ella acaricia mis labios. ¡Todo es una risa para ella!.—Hay que limpiar todo esto antes de que venga tu...—
—Hola llegue...—¡Ups! ¡Demasiado tarde!. Jacob vio a Emily con cara de perro.—¡JACOB SORRENTINO QUE ES TODO ESTO!.—Me froto el rostro por lo que mis ojos ven.
—Fue la bebé...—Dije inocente.
—¿Y donde estabas tu?.—Lo interrumpí. Me parece increíble que cada vez que salgo a hacer una diligencia encuentro un desastre.
—Yo..Yo...—¡Maldición! ¿Como pueden dominar al Padrino estas dos mujeres?.—Estaba hablando por teléfono aquí en la habitación, la bebé estaba aquí conmigo...—
—Como puede ser posible que haga los desastres frente a tus ojos...—Murmuré furiosa.—¡No es la primera vez!.—Señalé seriamente con mi índice su linda carita.—¡Vamos a darte un baño!.—Pasé por su lado y sostuve a la bebé que parece un mimo toda de blanco.
—Beba...—Esquivó mi roce.
—¡No hables Jacob Sorrentino!.—¡PLASS! Cerró de un portazo el baño.
—Odiosita...—Murmuré entre dientes y apretando los puños.—Me las vas a pagar...- Sonreí diabólico y sexy.
—¡Papá! ¡Papá!.—Entra Benjamín con una cara enojada y sus mejillas sonrojadas.—¿Puedes enseñarme a hacer el nudo de mi corbata?.—Jacob no sabía si reír o llorar al ver el rostro sudado de su hijo y las mejillas rojas de furia.
—¿Todo bien?.—Pregunté sarcástico.
—¡Está muy dificil!.—Se cruza de brazos con esa naricita arrugada igualita a la de su madre.
