Final Parte 1

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No pude para de pensar en el, en su sonrisa, en su forma de mirarme y en su cuerpo nervioso que parecía rogar ayuda. 

Decidí volver al día siguiente pero, no lo encontré. Lo único que obtuve luego de 3 horas sentada en la misma mesa, fue mas información que solamente me petrificaba mas al sentirla tan familiar. 

Los Datos Q se prohibieron en tantos países que la lista ocupaba casi 3 paginas enteras del libro, entre ellos mi país. Una Doctora especializada en memoria hablaba sobre la importancia de reconocer los principales signos que determinan a uno si fue o no parte de un proceso de eliminación selectiva. 

-Dolores de Cabeza 

-Malestar general repentino 

-Desorientación 

-Perdida de memoria a corto plazo 

-Sensación de historia incompleta 

Si. Calificaba con al menos 4 de esos puntos y debía actuar ya. 

Me dí cuenta que si iba a seguir mi investigación, debía ser dentro de la biblioteca donde mi madre no tenía control sobre lo que leía o los sitios web a donde entraba. La encontré varias veces revisando mi habitación y hurgando entre mi ropa en búsqueda de algo que ni si quiera yo sabía si iba a encontrar. 

Todos los días, salía 2 horas antes de la universidad sin que nadie supiera y me dedicaba a investigar dentro de la biblioteca, intenté algunas formas que los libros describían como útiles a la hora de querer recordar datos Q, pero no funcionaron. Mi cabeza dolía mas que nunca cuando intentaba recordar, parecía un dolor insoportable que nunca pasaría hasta que me concentraba en otra cosa. Según el libro, así era como debía suceder, dolor al querer recordar. 

Un jueves, me arrojé sobre la misma silla que era mi complice todas las tardes y decidí realizar el paso final: Visitar el centro de recuperación. Solo tenía un problema, necesitaba ir en un auto el cual no tenía. No podía usar mi tarjeta de transporte publico, en el ultimo tiempo comencé a dudar de que también estuviera intervenida por mis padres, no podía arriesgarme. 

De pronto, vi entre los estantes de libros una figura alta y delgada, de echo bastante delgada. Vestía una remera y pantalón negros ajustados y su cabello marrón tirado hacía atrás como la ultima vez que lo ví. Su mirada era seria y nerviosa pero cuando nuestros ojos chocaron... me sonrió. Otra vez mi cabeza dolió, pero lo pude soportar para llamar su atención. 

-Hola principito- Sonreí. 

El subió las pequeñas escaleras donde estaban las mesas y me miró con un rostro nervioso y alegre. Me dio mucha ternura. 

-H..hola- Sonrió .-Terminé el libro..- Asintió. 

-¿Y?- Le pregunté contenta. -¿Que te pareció?- 

Sus ojos marrones se afinaron de tanto sonreír y se sentó frente a mi con el libro en su mano. 

-Genial.- Rió. -Nunca creí que lo diría pero... genial.- 

Apreté mis labios en una sonrisa y asentí. 

-Me alegro que así sea.- 

El vio mis libros sobre la mesa y los papeles con números escritos por doquier, se puso serió una vez mas y trago saliva. 

-¿Cómo viene tu investigación?- Preguntó. 

-Agh..- Suspiré. -Ahora mismo estancada, debo viajar sin qué mis padres se enteren pero.. no tengo auto. Podría pedir un taxi pero, no lo sé. No tengo tanto efectivo para un viaje así de largo.- 

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