Cabello Marrón

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Llegué a mi casa mareada y confundida. Megan no dejaba de hablar de cosas estupidas que solo me desconcertaban de lo que trataba de reflexionar. Muchas caras confusas, recuerdos vagos y olores fuertes me rodeaban. Intentaba recordar algo que ni si quiera recordaba haber olvidado. 

Era peor que olvidarte el nombre de una canción. 

Cerré la puerta con fuerza y me senté en el piso de inmediato. No podía cerrar la puerta con llave tras la misteriosa perdida de la misma asi que solo la presioné con la espalda. Miré la ventana de mi habitación, la misma que antes te dirigía a un balcón el cual también fue inhabilitado por un vidrio antibalas opaco por fuera. 

"La seguridad siempre es importante hija" Dijo papá luego de instalarlo. Claro, es decir, tiene razón. 

El dolor en mi cabeza era mas grande y hasta parecía punzado por un cuchillo hirviendo. 

La voz desesperada de mi madre hizo que me pusiera de pie. 

-¡Hija!- Grito abrazándome al abrir la puerta desesperada. -Dios creí que no te encontraria- 

-¿Que demonios mama?- Pregunté confundida apartandola un poco. -¿Que te esta pasando? 

-Oh...- 

Rió nerviosa. Su cabello estaba despeinado y el uniforme que usaba todos los días para trabajar en las oficinas del Banco de Gotham parecía estar puesto con apuro. 

-...Es que venía camino a casa y...- Volvió a reír. -No lo se, vi unas chicas corriendo solo... me asuste. Disculpame cielo, tu madre esta algo vieja ¿no?- 

-Creo que mas que vieja estas algo loca...- Le respondí con desagrado. 

¿Que demonios les pasaba a todos hoy?. 

La dejé parada siguiendo mi cuerpo con la mirada preocupada. "esta aquí" Le dijo a mi padre por lo que logre escuchar de su teléfono. Fui a la cocina por una taza de té, necesitaba calmar este malestar que me agobiaba. 

-¿A donde vas?- Preguntó mama cuando estaba por abrir la puerta del jardín. 

-A tomar un te afuera...- Fruncí el ceño. -¿Que mierda tienes mama?- 

-C-c-cuida tu lenguaje nia....- Dijo nerviosa. -Nunca me hablaste así... este ultimo tiempo fue duro y...- 

-¿Y que?- Pregunté. -¿Duro?- 

La miré con intriga, y solo se quedo callada. 

-Solo ven adentro Nia- Ordenó intentando ponerse firme. -Quiero hablar contigo- 

-Hablaremos luego, tuve un largo día y quiero estar sola- 

Y salí. Los días pasaron y lo único que hacía al volver de la universidad era buscar fotos, canciones, olores, texturas que generaran en mi lo que sentí el otro dia con Megan. Quería esa sensación de deja vu que hizo que mis pelos se pusieran de punta. 

Los días se hicieron semanas y comprendí que algo estaba mal. Mamá y Papá se encargan de hacérmelo notar cada vez que se preocupaban excesivamente por mi. 

"Esta cambiada. Dijeron que iba a quedar igual que antes." Le recriminaba papá a mi madre en susurros dentro de su habitación. 

Noté que unos tipos me seguían a donde fuera y hasta pude reconocer rostros familiares amigos de mi padre. Necesitaba librarme de ellos para buscar libros que según internet, ayudaban específicamente a recordar los llamados "DATOS Q". Un tipo había descubierto una forma de manejar los recuerdos con la facilidad con la que manejas un Pendrive. Puedes agregar, borrar y reemplazar recuerdos de una persona con tan solo una operación y un tratamiento de un mes. 

Era imposible, recordaba mis viajes, salidas y momentos de estos últimos meses pero... debía corroborar si podía recordar algo nuevo. 

El día en que Megan enfermo fue mi oportunidad perfecta, últimamente era muy pesada y me buscaba cada vez que las clases terminaban. Salí media hora antes de mi ultima clase y recorrí los pasillos de la universidad para buscar la salida opuesta a la que todos los días usaba. Me subí al primer autobús que ví. 

La libreria era enorme y tenía sillas y sillones donde podías sentarte a leer cuanto tu quisieras. Podías comprar un café y hasta pedir una mesa para merendar o desayunar. No se como nunca la había descubierto antes. 

"Lo Ilegal tras los DATOS Q. Como recordar si fuiste sometido, a donde acudir si crees haberlo sido. No te dejes engañar." 

Si ya la portada me ponía los pelos de punta, no quería imaginarme lo que iba a ser el resto del libro. Lo hojeaba como si estuviera leyendo la historia de mi vida, los capítulos parecían extremadamente cortos a mi opinión a pesar de ser u libro de 1200 paginas. 

-Disculpa...- 

Dijo una voz provocando que salte del susto. 

Mis ojos se petrificaron, mi corazón se detuvo y mi respiración parecía estar apagada. Unos ojos verdes me miraban con seriedad a pesar de que una pequeña sonrisa se formaba en sus labios, vestía un traje negro muy clásico con su cabello marrón estirado hacia atrás. 

En sus dedos, sostenía un billete de 10 dólares y su mano temblaba un poco. 

Mi estomago entró en vacío y mi corazón latio a mil. 

-No queria asustarte...- Negó. -Se cayó esto de tu bolso...- 

Lo tomé sin decir ni una palabra con mis ojos enchufados a sus pupilas. Su mano temblaba aún después de librarse del billete pero la relajó un poco sobre sus piernas que se sentaban en el sillón a mi lado. 

-¿Te conozco?- Le pregunté casi asustada. 

El no respondió. 

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