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Fiesta 2.0.

Lo primero que cualquier persona podría encontrar al entrar en la habitación de Anne Shirley-Cuthbert, son las paredes pintadas de un hermoso azul cielo que, hacia juego con las puertas de su armario, color blanco.

Si nos centramos en la decoración, se puede observar por todo el dormitorio, nubes hechas en papel fomi pegadas en las paredes —algunas de ellas con caritas felices—, mariposas de todos los colores colgaban de distintas partes del techo, un puff en forma de margarita cerca de la ventana, un escritorio cerca de la entrada y al fondo su cama, cuyo edredón era un tono gris suave —lo único que Marilla no le dejó elegir a su gusto—, en su mesa de noche a mano derecha había una lámpara en forma de luna llena, un portarretratos con una fotografía de ella junto a los Cuthbert y una caja de madera con el símbolo impreso de un zorro en la tapa.

Adicionalmente, posters de sus artistas favoritos, fotos con su mejor amiga y un pequeño librero al otro lado de su cama complementaban el recinto.

Esta minuciosa inspección fue hecha por la joven Barry, la cual, ya llevaba más de una hora esperando a su alma gemela para su prometida pijamada de viernes por la noche.

La paciencia ya se le estaba agotando cuando la puerta se abrió rápidamente, dejando ver a una pelirroja despeinada y con una sonrisa de oreja a oreja.

—Luces muy feliz.— comenta la pelinegra, sentada en la cama y cruzada de brazos.

Anne hace una mueca, comenzando a quitarse los tenis.— Y tú muy molesta, perdóname, con Gilbert perdimos la noción del tiempo.

Diana rodó los ojos.— Está bien, lo entiendo, todos perdemos la cabeza con nuestro primer novio, o al menos eso es lo que dicen.

Porque no importaba cuántos pretendientes le cayeran a ella, Diana Barry jamás se había interesado en ninguno de ellos.

La ojiazul se ruborizo al instante.— ¿Qué? ¿Novios? No, nada que ver, solo somos amigos.

Su amiga alzó una ceja.— ¿En serio vas a mentirme?

—Mi queridísima Diana, créeme, si estuviésemos saliendo, tú serías la primera en saberlo.— espeta la joven Shirley, quitándose sus zarcillos y guardándolos en la caja de madera.

A la pelinegra se le hizo extraño aquello, o sea, llevaban más de un mes teniendo esas salidas a la playa todos los días desde que empezaron a hablar e incluso había noche que trasnochaban hablando por teléfono.

¿Y aún no estaban saliendo?

Porque a su amiga se le notaba a leguas que le gustaba el joven Blythe.

Sin embargo, no siguió indagando más en ese asunto, pues había otros temas de que hablar.— Por cierto, no hagas planes mañana, porque iremos a una fiesta de piscina en la casa de Charlie Sloane.

Anne, terminando de colocarse su pijama negra —con pequeños zorros naranjas alrededor—, volteó a verla, con el ceño fruncido.— ¿Y ese quién es?

—Un compañero de la universidad, obviamente.— expresa, mostrando la pantalla de su móvil, donde se ve una historia en Instagram con la invitación a la fiesta.— Estudia Administración junto a Billy, casi no hablamos con él, pero la piscina de su casa es increíble, así que la pasaremos muy bien.

La joven de pecas se sienta a su lado, dudosa.— No sé si es buena idea, no tengo traje de baño.

Diana soltó una carcajada.— Mentirosa, tienes tres modelos guardados en ese armario.

Anne la observa atónita.— ¿Revisaste mis cosas?

—Oye, tú te demoraste con tu amiguito y yo me aburrí de ver memes en Twitter.— vocifera en su defensa la mayor de los Barry.

Losers | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora