Disculpas que sanan el alma.
Fuego, fuego por todos lados, eso era todo lo que los ojos azules de una menuda rubia de once años veían en su habitación.
Se había despertado cuando sintió que le faltaba el oxígeno.
Pero al querer salir, le fue imposible, el fuego se extendió desde el primer piso hasta el segundo, rodeando primeramente su habitación.
Podía escuchar como la voz desesperada de sus padres y de su hermana mayor gritaban su nombre.
Intentaba buscar una salida, una forma de rodear el fuego, pero sin éxito, estaba atrapada y no había forma de escapar, las llamas se expandían y se expandían, hasta que finalmente llegaron a ella.
—¡Noooo!— exclamó una asustada Ruby, despertando de aquel sueño, o mejor dicho, pesadilla.
Su cuerpo temblaba ante el creciente miedo de aquella mezcla entre un recuerdo y una pesadilla, hasta que los brazos de un protector Moody la rodearon y obligaron a acostarse en la cama otra vez.
El castaño acarició sus rizos de oro.— Shhh, tranquila, todo está bien, fue solo un sueño.
—Perdón por despertarte.— susurro ella, su cabeza estaba sobre el pecho de él, sintiéndose otra vez en paz.
Él le restó importancia.— Amanecer contigo a mi lado siempre será genial.
Los dos se sonrieron por un instante, hasta que la madre del joven Spurgeon entró a la habitación, asomando medio cuerpo, su mirada curiosa observándolos con atención.
—¿Todo bien, chicos? Escuché un grito y me preocupé.
Ambos asienten. Luego Moody vocifera:— Todo está bien, ma, Rubs tuvo una pesadilla nada más.
Ella no parece creerle, porque ingresa a la habitación como Don por su casa —que a fin de cuentas sí que era su casa—, fingiendo que va a acomodar un portarretratos de la mesa de noche.— ¿Seguros? Porque si estaban haciendo cositas yo no...
—¡Mamá!— bramó él, incómodo.— Por favor, sal de mi cuarto.
La señora Spurgeon sonríe satisfecha al ver la cara de tomate de su hijo, así que sale de la alcoba no sin antes murmurar:— Ya que estoy despierta, les prepararé el desayuno, tu novia está muy escuincla, necesita tener caderas anchas para darme muchos nietos.
—¡Fuera, mamá!— repite él, lanzando una de las almohadas cuando ella cierra la puerta.
La rubia soltó una risa suave.— Recién cumplí los dieciocho y ya debo ir pensando en hijos.
Él negó levemente.— Tú ya tienes suficiente con un bebé.
Ella frunce el ceño.— ¿Cuál bebé?
—Pues yo, ¿quién más?— contesta él, estirándose hasta el borde de la ventana, donde estaba su móvil cargando.
—¿Qué hora es?— cuestiona ella, soltando un bostezo.
Moody se pasa la mano por los párpados, para luego desbloquear su celular y ver los mensajes de WhatsApp.— Son las siete, Josie ya se despertó, dice que debemos estar a las ocho en el hospital para reemplazar a los demás.
—¿Alguna novedad?— pregunta, la esperanza de que su amigo haya despertado invade sus irises azules.
Sin embargo, se apaga rápidamente al ver una negativa por parte de su novio.— Aún nada, solo dijo que debemos reemplazar a Anne, Gilbert y Minerva porque ninguno durmió en toda la noche.
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Losers | Shirbert.
RomanceGilbert y sus amigos han vivido con la etiqueta de perdedores desde que eran niños. La vida les enseño de la peor forma que poco se puede llegar a confiar en las personas. Pero aquel paradigma cambia para él cuando Anne Shirley-Cuthbert aparece en s...