10

693 80 97
                                    

Regreso a clases.

La mejor manera de despertar para un somnoliento Gilbert Blythe siempre sería tener una taza de café caliente en mano para empezar de buen humor el día.

Se había vuelto un amante compulsivo del café cuando tenía catorce, pues, su horario de dormir se descontroló terriblemente cuando perdió a su padre, así que la solución más efectiva fue empezar a tomar una taza de café todas las mañanas.

Como estudiante de medicina, sabía que todo en exceso era malo, pero al ser la segunda semana desde que regresó a sus clases universitarias, trasnocharse y tener que madrugar se habían vuelto su pan de cada día, por ende, el café volvía a ser su actual compañero mañanero.

Una sonrisa se asomó en su rostro al ver que Anne lo etiquetó en su última storie en Instagram, la foto fue de esa noche en la fogata, su mano y la de ella entrelazadas junto al fuego.

Le respondió con una reacción rápida, el clásico emoji de enamorado y un mensaje: Qué manos tan lindas... ah sí, y las tuyas también, zanahoria.

Soltó una carcajada al ver que ella le contestó con el emoji de gatito enojado.

Bloqueó su móvil, guardándolo en el bolsillo de su jean negro, fue al baño para observar su atuendo por última vez. Su usual beanie naranja, camiseta roja sin mangas y zapatillas negras.

Sí, estaba irresistible, como de costumbre.

Así que tomó su mochila del aparador, se la ajustó en su hombro derecho y abrió la puerta, se cercioró de dejar todo en orden y luego la cerró, sacó la llave del Jeep Compass que Sebastián le obsequió hace dos años, desbloqueó el seguro y se subió al asiento de conductor.

No lo había conducido casi en todo el verano, a excepción del día en que llevó a Anne al parque de diversiones, pues éste quedaba muy retirado del pueblo, así como su universidad.

Avonlea College era la única universidad a la que generalmente asistían los que se graduaban de la escuela secundaria, puesto que, aunque no quedaba dentro del pueblo, sino a sus afueras, la otra opción que se tenía era mudarse a Charlottetown a estudiar a universidades como la UPEI, Holland College o Prince of Wales College.

Por lo tanto, en su caso, no tenía más opciones.

Gilbert hizo sonar el claxon cuando estuvo estacionado en frente de la casa de Moody, quien le había enviado un audio rogándole que pasara por él porque se había gastado lo de su pasaje en comida.

—Eres mi salvador, amigo.— exclamó el castaño, chocando puños con él mientras se acomodaba en el asiento de copiloto, vistiendo una camisa roja manga larga a cuadros, debajo una camiseta blanca, jeans grises y tenis deportivos.

El azabache sonrió.— A la próxima, si voy a ser tu chófer, por lo menos quiero las galletas de chispas de chocolate que hornea tu mamá.

El joven Spurgeon le devolvió la sonrisa y sacó de su mochila una bolsa marrón, sacando de ella, las famosas galletas de mamá Spurgeon y dejando una en su boca.— Para que luego no digas que no te consiento, bebé.

Mientras el pelinegro masticaba el postre, su amigo se conecta al Bluetooth de la radio, seguramente para colocar algo de música.

—Ni se te ocurra colocar tus rolitas de Luis Miguel.— advirtió el conductor, en tanto le daba la vuelta a la manzana.

El copiloto niega repetidas veces.— Estás loco, hoy no es día de LuisMi, hoy toca rolitas de Selena.

Y antes de que pueda replicar, la canción amor prohibido de dicha cantante, se empieza a reproducir.

Losers | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora