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El amor está en el aire.

Imaginar todos los escenarios románticos posibles que ocurrirían en su cita con Gilbert, fue un pasatiempo para Anne en las horas posteriores, después de que él finalmente se la pidiera.

Con la infinidad de posibilidades, casi que le fue imposible conciliar el sueño, pensando y pensando en si le tomaría de la mano, si la invitaría a algún restaurante, si la llevaría al cine, o tal vez un picnic en el parque.

Tampoco podía dejar de lado qué atuendo usaría para la ocasión, quería lucir como toda una princesa de la realeza, y aclaraba el tipo de princesa, porque también disfrutaba de ser una princesa guerrera cuando se encaminaba a una de sus muchas aventuras.

Pero para esta ocasión anhelaba verse más que especial.

Por eso no dudó de enviar un mensaje de emergencia a su mejor amiga. Código rojo, emergencia de categoría A. Y eso solamente podía traducirse como una cosa: necesito tus consejos de moda para saber qué debo vestir para mi primera cita con Gilbert.

O al menos eso fue lo que interpretó Diana Barry, así que ni corta, ni perezosa, le solicitó a su chófer que la llevara a casa de los Cuthbert, llegando así, en un abrir y cerrar de ojos, a la habitación de Anne.

—Gracias a todo lo lindo en el cielo y la tierra que llegaste.— espeta la ojiazul, abrazando a la pelinegra.— Los nervios me están carcomiendo por dentro.

En su interior, la pelirroja visualizaba a sus nervios como garrapatas, que circulaban a través de su sangre y devoraban su carne en el proceso.

Diana arrugó su nariz ante tal expresión.— Tranquilízate, todo saldrá bien, no es como si nunca antes hubieses salido con un chico.

Pues... ¿imaginar que tenía citas con Mr Darcy contaba?

Al no recibir respuesta de su parte, la recién llegada voltea a verla, asombrada.— ¿En serio es tu primera cita?

La vergüenza invade las mejillas de Anne, combinando con sus pecas.— No sé porque te sorprendes, ¡si nunca te hablé de chicos!

—Bueno, pensé que nunca los mencionabas porque desde que nos conocimos me dijiste que no te interesaban esas cosas.— explicó con naturalidad la mayor de los Barry.— Más no creí que ni siquiera una salida a tomar helado con alguien.

Ahora si estaba comenzando a entrar en crisis.— ¡Esto será un desastre!

Su amiga niega rápidamente.— No en mi guardia, Gilbert Blythe se quedara sin saliva cuando te vea en unas horas.

Sin perder más tiempo, aunque tenían de sobra, se dispusieron a revisar el armario de la joven Shirley, buscando la combinación ideal de zapatos y atuendo, haciendo outfits de vestidos con chalecos, faldas con suéteres, jeans con camisetas, hasta encontrar uno que les convenciera.

La elección final fue decidida luego de un par de horas, optando por usar un vestido negro de flores rosas, con los hombros descubiertos, medias veladas negras y un par de botas.

—Ay, eres tan hermosa.— exclamó Diana al verla de pie frente a ella.— No quiero dejarte ir, ¿y si mejor cancelas la cita y te quedas conmigo?

Ella sonrió ante la pregunta.— Con tal de estar contigo, lo haría encantada, pero tú también ya tienes planes con tu familia, ¿no?

La pelinegra soltó el bufido más aristocrático que ella había escuchado.— No solo con mi familia, también con los Andrews y los Stuart, será el almuerzo más aburrido de la historia.

—¿Y si le dices a Roy que te acompañe?— sugiere la joven de pecas, colocándose sus múltiples anillos y sus aretes en forma de mariposas, sacados de su cajita de madera.

Losers | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora