Conociendo al gay y a la pobre.
Esa sensación de paz que se siente cuando tu mente está en completa calma, sin ninguna preocupación, ni ningún pensamiento de cualquier tipo, con tu cuerpo y alma en total armonía, que hasta sientes que el universo está conspirando a tu favor para que nada, ni nadie, perturbe esa tranquilidad.
Esa sensación que pocas veces se siente en la vida, era lo que Anne y Gilbert estaban sintiendo en ese preciso instante.
Solo ellos dos, acostados en el césped mientras observaban las nubes y la inmensidad del cielo, discutiendo sobre el sin fin de enigmas que rodean al mundo y apreciando la compañía del otro. Sin interrupciones, ni intromisiones de terceros.
Y es que cualquier persona que pasaba a unos metros a la distancia de ellos, no podrían imaginar otra cosa más que a una pareja de jóvenes enamorados y observarlos con ternura.
Más equivocados no podían estar esos extraños.
Porque, aunque los corazones de esos dos jóvenes habían comenzado a latir en sincronía desde hace un tiempo, seguían siendo solamente amigos.
Cosa que a los amigos de Gilbert les parecía ridículo.
Sobre todo, a Minerva.
—¿Puedes explicarme a qué estás jugando?— le preguntó la castaña unos días después de la fiesta en casa de Sloane.— Te gusta, le gustas, pero sigues saliendo con ella en plan de amigos.
Eso fue una noche de trabajo, estaban en el bar, limpiando las mesas luego de una jornada extremadamente larga.
Gilbert se colocó el trapo sobre el hombro, observando a su amiga.— No puedes asegurar que Anne sienta lo mismo por mí.
Ella rodó los ojos.— Claro que puedo, podré tener miopía, pero hasta un ciego puede notar la forma en que te mira.
Él frunció el ceño ante esa declaración.—Pensé que no confiabas en ella.
—Que me preocupe por ti, no significa que no quiera que seas feliz, Gilbert.— responde Minerva.— Voy a apoyarte sin importar lo que suceda, porque soy tu amiga y te quiero.
Él sonrió a labios cerrados.— Gracias, Min.
Luego de esa conversación, su amiga no volvió a tocar el tema. Eso había sido una semana atrás, pero el joven Blythe sabía en el fondo que ella tenía razón.
Si quería ver cómo podrían resultar las cosas con Anne, debía invitarla oficialmente a una cita, para que ella también fuese consciente de cuál era el rumbo que estaban tomando.
—¿No crees que es un día sumamente encantador?— le pregunta la pelirroja en tanto caminan por el pueblo.
Habían dejado el parque hace unas horas, las nubes blancas que Anne comparó con algodón, fueron reemplazadas por nubes grises, claramente de tormenta, pero él no se había fijado en ello por estar viéndola a ella.
Es que no podía evitarlo, lucía tan tierna usando su beanie naranja —beanie que no le dejaba usar a absolutamente nadie— y ese saco rojo con las siglas ASC en la espalda, le producían unas inmensas ganas de apachurrarle esos cachetes y no soltarla nunca.
Estando con Anne, Gilbert Blythe perdía la noción del tiempo y de la realidad.
—Creo que deberíamos buscar un sitio donde escampar.— aconseja él, al sentir como la brisa se hace más fuerte.
Ella hace un puchero.— Pero, ¿y nuestra caminata diaria en la playa?
¿Se le quitaría el puchero si la besaba ahora mismo?
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Losers | Shirbert.
RomanceGilbert y sus amigos han vivido con la etiqueta de perdedores desde que eran niños. La vida les enseño de la peor forma que poco se puede llegar a confiar en las personas. Pero aquel paradigma cambia para él cuando Anne Shirley-Cuthbert aparece en s...