8. A la defensiva

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Eric

Estacione el auto frente a la dirección que Eva me había dado. Di un vistazo en general a la zona y, note que todo el edificio estaba en mal estado. Cuando entré al lugar los oficiales apostados en uno de los laterales me dieron una mala mirada. Sus pensamientos fueron sobre mi estatus económico y acerca de qué diablos estaría haciendo alguien como yo en un lugar de mala muerte como este.

Me arme de paciencia y plantando una sonrisa en mi rostro me acerque a ellos. Una mujer se encontraba sentada en un escritorio detrás de los hombres. Ella, al menos no reparo en mi vestimenta, simplemente me dedico un asentimiento de cabeza a modo de saludo y pidió mis datos personales.

—Soy Erick... Clark, amigo de la joven Richmond. ¿Dónde está ella?

La oficial me señaló una sala a mi derecha, se dirigió allí y despues de tres suaves golpes a la puerta Eva emergió dando las gracias a la persona que se encontrara en su interior. Su aspecto era lastimoso, intentaba cubrir su pequeño cuerpo con una gran chaqueta que le habían dado. Su cabello rojo estaba enroscado en su nuca y se veía desarreglado. Eva también utilizaba unos pantalones holgados que parecían ser sacados del cajón comunitario de la estación. Apenas me vio ella corrió a mis brazos y comenzó a llorar.

— ¿Estas bien? — la tome entre mis brazos intentando reconfortarla. Su pequeño cuerpo se estremeció y sus sentimientos de vergüenza me golpearon con fuerza. En su mente ella se flagelaba una y otra vez con lo acontecido.

—Sácame de aquí. Por favor.

Agradecí a la oficial con un asentimiento de cabeza y nos dirigí a mi auto.

— ¿Esta vez sí me dirás que ocurrió?

Ella sollozo otro rato. Ya sabía bien que era lo que había ocurrido, pero era de muy mala educación entrometerme con su privacidad. Debía ser paciente y esperar que Eva tuviese la confianza suficiente para contarlo todo.

— ¿Por qué sigues con él? — pregunte ya cansado de su silencio. — ¿Por qué dejas que te haga esto, Eva?

Siempre era lo mismo.

—Él iba a cambiar, Eric.

"Desearía que fueses él."

Aleje mis narices de tus pensamientos y conduje lentamente por las frías calles sin rumbo alguno.

Comenzaba a impacientarme despues de un par de minutos de solo dar vueltas. Pregunte a Eva si deseaba comer algo rápido pero ella declinó, observe por tercera vez el reloj en el tablero del auto. Debora se enojaría conmigo, a este ritmo no llegaría a darme un baño y estar listo para la cena.

Eva pareció notar mi ansiedad y terminó por hablar.

—Gracias — confeso despues de suspirar profundamente. —No necesito que me lleves a casa. Estoy bien, solo necesitaba que alguien viniese por mi. Los oficiales no me dejaban ir sola a casa.

—Dame tu dirección — sonreí. — Como el caballero que pretendo ser, te escoltare hasta la entrada misma.

Su amago de sonrisa desgarró una parte de mi. Ella fingía entereza pero sabía que apenas la dejase sola se rompería. Eva se puso nerviosa pero me dio una dirección, más bien un cruce de calles.

Maneje en silencio y le hice el favor de encender el radio para acallar un poco a sus demonios internos. Cuando la intersección se mostró en el GPS reduje la velocidad.

— ¿Aquí vives? — pregunte alternando mi mirada por el grupo de casas en malas condiciones. Ella asintió.

—Gracias, Eric. Deberías irte, Debora estará esperando — en un intento de cambiar sus ánimos le había comentado con anterioridad que Deb me presentaría a sus colegas como su esposo. Hecho que me entusiasmaba en exceso. — Y nuevamente gracias por no contarle la verdad.

Percances y Desventuras de un caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora