13. Conexión

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Debora

Lo detuve tomándole firmemente su antebrazo. Él se giró a enfrentarme y debio de ver algo en mi expresión que lo hizo detense por completo.

—Habla. Ahora — demandé.

Eric sonrió y en un gesto imperceptible me tomó en brazos, sentándome sobre el escritorio quedándose entre mis piernas.

—Quería ser el rey del drama por una vez en mi vida... — susurró en mi oído. —Sientes esto... Debora —dio un pequeño mordisco a mi lóbulo y se presionó contra mi entrepierna.Nosotros.

—Eric... — mis neuronas comenzaron una huelga y mi traidor cuerpo clamaba por su contacto.

—Escúchame bien, hada — sus manos se colaron dentro de mi blusa. —Me cansé de mi papel pasivo en nuestra historia. Soy un hombre y te deseo, ha sido así desde que te vi en ese puente. ¿Amigos? Ni yo puedo creeeme esa mentira.

Mi respiración se atascó pero a él no pareció importarle.

—Esperé a que vinieras a mí, hada. Fui paciente y comprensivo — entendí que se refería a Cameron y al bebé. —Pero ya es momento que tome lo que es mío. Lo que me pertenece y lo que he elegido. Tú.

Un beso devastador sello a fuego sus palabras.

— ¡Tienen que venir a ver esto....! — la puerta azotó de nuevo y Mikeila detuvo todos sus movimientos. — ¿Qué demonios? ¿Soy la única inoportuna aquí? ¡No es necesario que todos cuenten su dinero frente a los pobres!

Eric continúo besándome, su lengua burlándose de mi pudor. Finalmente se separó cuando Mikeila se perdió de nuevo por uno de los pasillos.

—Te mentí, no me caí. Me he golpeado con una puerta — acaricio mi labio inferior con su pulgar. —Si quieres conocer el resto de la historia te sugiero que vengas a nuestra cita de esta noche.

***

Después de que Eric terminara con su dichoso ritual de belleza emprendimos viaje. Nuestra romántica cita tendría lugar en una de las propiedades de los Allegheny. No entendía muy bien, pero Eric había quedado en explicarme esta noche todo el lio que se traía.

Tuve un ataque de histeria cuando él me confirmo lo que su hermano había dicho. Eric casi había muerto a manos de personas que lo perseguían por su naturaleza y yo no sabía.

Una sensación de malestar se había instalado en mi pecho y temía que si me separaba mucho de él terminaría por perderlo. Cuanto más lo pensaba, el pánico se acrecentaba y el terror de ya no tenerlo hacía mella en mi corazón.

Eric no era solo un amigo. ¿Cómo diablos había intentado auto- convencerme de eso?

No podía identificar a partir de qué momento o como. Sentía como si esos sentimientos hubiesen estado siempre presentes pero reprimidos. Ahora, estaba decidida a darles una oportunidad y ver hasta donde llegaríamos juntos.

La emoción y la ansiedad complementaban de manera armoniosa con la esperanza que sentía respecto a nosotros.

—Woo esto se ve asombroso — mis ojos no podían creer la belleza del paisaje.

Las verdes colinas decoradas con cientos de pequeños focos que guiaban a un pequeño muelle nos dieron la bienvenida. Eric y yo subimos a un botecito que nos llevaba a una especie de pequeña isla en medio de un lago. Allí había una preciosa mesa y una persona acomodando varios platillos en el centro. Mi estómago gruñó con anticipación mientras Eric me hablaba sobre la propiedad.

Percances y Desventuras de un caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora