Prólogo o lo que sea que va al principio de una historia

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Debora

<<No eres tú, soy yo>>

Que frase más mierdica para empezar a narrarles mi historia ¿verdad? Pero es que es con ella que todas mis aventuras comenzaron.

Un ridículo enunciado que pretende jugar al ping- pong con la culpa que comparten dos personas.

Cinco palabras que intentan reducir el mal sabor que un conjunto de malas decisiones produce.

***

Cameron me observaba fingiendo pena y sus hermosos ojos color marrón rehuían de los míos. Intentaba, sin éxito, aflojar el nudo de su ridícula corbata a rayas.

—Entiende Deb, no eres tu soy yo.

—Es obvio que eres tú — le conteste con sarcasmo. Tendría que recurrir a todas mis armas para no derrumbarme allí mismo. Frente al cobarde de mi novio, ahora ex, quien rompía nuestra relación de doce años. En nuestra fecha de aniversario. En un costoso restaurant cerca del mar. — ¿Cómo siquiera pudiste pensar que me sentiría culpable por que esto se termine?

— ¿Qué?

—Mira Cam — vaya, estaba tomándome demasiado bien el hecho de que él me dejara. —Entiendo que eres un inmaduro, bueno para nada. Con problemas de independencia, cobarde y un lamebotas de tu jefe.

O no tan bien.

Me levante estrepitosamente logrando que la silla en la que estaba plácidamente sentada emitiera un chirrido horrible.

—Yo, en cambio — señale mi pecho con ambas manos. Las cuales habían sido trabajadas alrededor de dos horas por una costosa manicurista. Que ni al caso — me reconozco como una mujer fuerte, luchadora y conocedora de lo que vale.

¡Eso es Deb! ¡Utiliza todos los conceptos nuevos que aprendiste en la clase de empoderamiento femenino de la Dra. Charles!

—Y por lo mismo — continué, — no me afecta en absoluto el hecho de que de la noche a la mañana desees romper conmigo y que tires por la borda todos los años que compartimos.

Gimotee penosamente captando la atención de varios comensales.

—Debora — susurro Cameron, — cálmate, podemos hablar tranquilamente.

— ¡Tranquilamente mi trasero! — respire profundo y hable casi en susurros. — Estoy calmada.

Su celular comenzó a sonar y en el destelló la vista previa de un mensaje con el icono de Whatsapp.

Jane, mejor conocida en mi juerga diaria como "la compañera zorra de Cameron", aparecía sonriente en la imagen. Cameron se congelo y antes de que reaccionara tome el teléfono abriendo el mensaje.

"¿Cómo te fue con la histérica?

¿Game over?"

Y se desató el escándalo.

Caminaba con calma mientras sorbía los mocos de mi nariz. Una sonrisa de autosuficiencia se deslizo por mis mal pintados labios al recordar el rostro de Cameron empapado en vino y su celular rompiéndose a pedazos bajo el tacón de mi zapato.

No, no estaba orgullosa de mi comportamiento. Pero vamos, denme algo de crédito. El muy imbécil había planeado "separarnos en buenos términos" cuando la triste verdad era que él ya tenía a otra.

La tranquila noche a orillas del Támesis parecía el mejor de los remedios para un corazón angustiado como el mío. Eso, hasta que un horrible sonido me alertó de la presencia de dos personas peleando.

Bueno, uno era quien daba golpes furiosos y el otro, los recibía.

—Maldito infeliz, ahora aprenderás a no meterte donde no te llaman — algo refulgió en la oscuridad de la noche. Y tristemente noté que se trataba de una daga.

¡Jesucristo! Iban a asesinar a un hombre en mis narices.

Algo muy en mis adentros me impulso a frenar esa situación.

— ¡Oye, detente! — grite con todas las fuerzas que pude reunir en mis cuerdas vocales. — ¡La policía viene en camino!

Silencio.

El más crudo y tétrico silencio.

El tipo con la daga se volvió hacia mí, y pude ver su rostro lleno de tatuajes. Sus ojos... eran amarillos, tan amarillos como un limón.

A la velocidad de un pestañeo lo tuve frente a mí, a pocos centímetros de distancia e invadiendo mi espacio personal.

— ¿Qué dijiste dulzura?

Él olía horrible. Como a...

~Perro~

Sí, a eso.

—Yo... — un tonto tartamudeo se apodero de mis cuerdas vocales. Las silabas no parecían querer articularse correctamente y temía estar a punto de orinarme frente al tipo. Él también reparó en el temblar de mi cuerpo y sonriendo sádicamente me prometió que nos divertiríamos.

Escupí su rostro y recibí la peor de las bofetadas que hubiese tenido el placer de recibir. Creí que mis muelas izquierdas caerían por la fuerza del golpe.

— ¡Humana insolente! — él iba a continuar con la golpiza al parecer. Pero una mano pálida detuvo todos sus movimientos.

No tuve tiempo siquiera de reparar en su insulto ya que un ensordecedor pitido se instaló de lleno en mi oído.

— ¿Jamás has oído de que a una dama solo se le levanta la mano para acariciarle la mejilla? — dijo el otro tipo. Al que habían estado mancillando anteriormente— o bueno, puedes descenderla también para apretujar su otra mejilla. Allá abajo, ¿me explico?

¿Qué demonios?

Comencé a llorar como una niña pequeña. Palpé mi entrepierna para asegurarme de que no me había orinado y gracias a Dios no lo había hecho.

El tipo de los ojos amarillos embistió al otro castaño, y se envolvieron en una horrible trifulca. Yo me levante y supe que allí no sería mal tercio. Comencé a correr como si mi vida dependiera de ello, y así lo hacía, pero tontamente resbale y me fui de bruces al piso. Cuando levante la cabeza para seguir con mi huida maratónica vi como el hombre de los ojos amarillos gritaba con rabia y de su espalda emergieron dos alas negras.

Bien, esto ya se salió de contexto. Quizá en una de esas resbale al rio y ahora estoy tragando agua hasta ahogarme lo que me lleva a alucinar.

Si creía que la incontinencia no asaltaría mi vejiga estaba muy equivocada.

Percibí en cámara lenta cuando el tipo castaño se percató de mi presencia y soltando al intento de ángel negro corrió hacia mí.

~Tranquilízate~ ~ No te haré daño~

Sí, ya me ahogué.

Me levanté en un santiamén, pero no tuve chance frente a su velocidad. Él se frenó justo a un metro de mí y sonrió. Tenía la sonrisa más cálida que había visto jamás en mi vida.

~Gracias~

Temblé.

—Mi nombre es Eric, y oh bella dama de las tinieblas — Jesucristo, ¿así de mal me vería? — estoy en deuda con vos de ahora en adelante. Mi voluntad os pertenece... habéis salvado mi vida.

Y se lanzó dramáticamente de rodillas al frio y húmedo concreto.


¿En qué clase de lio me había metido?


21/12/2020 Esta historia se está resubiendo ;)

Gracias por su paciencia.  

Percances y Desventuras de un caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora