Prólogo

951 54 37
                                    

A sus catorce años, tomar la decisión de qué quería ser cuando grande no era muy fácil para Reigen. Sus compañeros en ese entonces parecían tenerlo bastante claro, anotando en una hoja la profesión a la que pensaban aspirar y lo entusiasmados que se mostraron después de desvelarlo a toda la clase.

Muchos se expresaban de manera optimista, incluso risueños, a excepción del pequeño Reigen; a sus oídos, algunos compartían ideales similares, queriendo ser reconocidos hasta el fin de sus días. Mientras que otros -en su mayoría niñas- no se lo tomaban demasiado en serio, alardeando con que soñaban ser modelos y posar en revistas cuando cumplieran la edad correspondiente.

Fue entonces que, entre risas, llegó el turno de Reigen de posicionarse enfrente de todos sus compañeros, con hoja en mano.

─Bueno... mi mayor... ─titubeó por unos instantes, ya que todavía era un poco torpe para expresarse e ignorar las miradas curiosas de los demás─. Mi mayor aspiración en la vida es ser policía. Día a día veo miles de injusticias llevándose a cabo en esta ciudad, y en todo el mundo, de hecho; y sé también que no puedo protegerlos a todos, sin embargo me basta con ayudar a una pequeña parte y lograr ser recordado─sus ojos se apartaron del papel, dejando de lado lo que allí había escrito y lo que supuestamente pretendía exponer─ quiero, al menos... que una pequeña parte de este mundo me recuerde por las cosas que hice, por mis hazañas...

»Y, por sobre todo... quiero sentirme como el protagonista de mi vida.

Tras terminar, se cuestionó seriamente si su noble discurso había resultado ser muy emotivo o muy presuntuoso, puesto que nadie decía nada e inclusive la maestra guardaba silencio; tan terrible aspiración tenía?

Los aplausos junto con las felicitaciones no dejaron margen para ninguna respuesta a aquella interrogante.



Los aplausos junto con las felicitaciones no dejaron margen para ninguna respuesta a aquella interrogante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



El tiempo fue eterno. Tortuoso. Su única amiga durante su estadía en la academia de policías fue la incertidumbre, viendo en más de una ocasión cómo casi la mitad del resto fracasaba en las pruebas y reprobaban el examen psicológico, el cual era obligatorio para todos.

No podían arriesgarse a entregarle un arma a una persona mentalmente inestable, por supuesto.

Su resistencia física también fue puesta a prueba, haciéndole pulir su determinación y a la vez controlar la adrenalina en momentos extremos; si algo le habían estado recalcando a Arataka desde que comenzó a formar parte de aquel sitio, era el darle la espalda a sus emociones y asumir tan pronto como pudiera que dicha profesión no era un juego.

Su vida estaría en riesgo, y ese riesgo no haría más que aumentar conforme subiera de rango. Para todos los aspirantes, aquellas palabras eran como un mantra, repitiéndolas en sus cabezas día y noche.

Con el paso de los meses, a Reigen le tocó manipular un arma por primera vez. No tuvo vergüenza de admitir que sus dedos flaqueaban tratando de apuntar correctamente al objetivo en cuestión, fallando estrepitosamente en los primeros veinte intentos.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora