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Su cuerpo es el primero en moverse, mientras aún mantiene los ojos cerrados. Sus manos yacen heladas, algo le dice que ya no se debe al frío gélido impregnado en su temperatura corporal por naturaleza.

Cuando sus párpados finalmente se abren, Mob se ve recibido por una absoluta oscuridad, seguido de un silencio que al apenas captarlo, no le gusta nada.

Poco a poco los recuerdos regresan a su cabeza, y por inercia busca la supuesta puerta que en éstos se ve. Aún continúa sintiéndose algo débil, sin embargo hace el primer intento de patear la madera sintética no una, sino varias veces.

De alguna forma, el ruido que hace gracias a los golpes le tranquiliza un poco.

Al cabo de un rato -el que pareció ser más una eternidad- la puerta cedió a la fuerza ejercida, derribándola junto con un sonido estruendoso, recibiendo más oscuridad a cambio, salvo por la luz de la luna que se cuela por el ventanal del salón.

Mob permaneció unos minutos más en el suelo, pensando y preguntándose al mismo tiempo cuántas horas llevaba dormido -o tal vez días, no podía estar seguro-.

Con suerte seguía siendo consciente del enorme caos que se desató en su interior luego de asesinar al compañero de Reigen, volviendo a sumirse en ese trance que le nublaba el pensamiento y la capacidad de razonar.

Trató de ponerse en pie, reparando en aquel extraño desequilibrio en su cuerpo. Se sentía pesado, como si no pudiera sostenerse tan bien como antes; apoyándose de la pared abandonó el baño, avanzando a paso lento y buscando cualquier rastro de que el humano haya vuelto a estar ahí.

Todo lo que sus ojos atisbaron, fue una tremenda soledad y un vacío que nunca le había sabido tan desagradable. El cuerpo de Serizawa ya no estaba, aunque desde su posición podía ver cierta cantidad de sangre desparramada y una suciedad que sabía, la había provocado él mismo al rechazar el líquido bebido.

Apartando su vista de ese sitio, la enfocó en los diversos lugares del living, notando algunas partes iluminadas por la luna y percatándose demasiado tarde que algo en su forma de mirar estaba fallando.

Dónde estaba esa nitidez con la que podía ver hasta la mínima cosa inexistente en cualquier sitio?

Sus ojos habían dejado de tener ese enfoque antinatural y suspicaz, limitándole a quedar a la misma altura de un ser humano. Al contrario de enfadarse o desquitarse con lo primero que hallara en el camino, Mob temió; perder una de sus habilidades sólo le complicaría aún más la situación.

Una vez que se encontró más estable y pudiendo soportar el peso de su propio cuerpo, se dirigió a la cocina, en donde hasta ese momento tenía prohibido entrar; con tiento logró dar con el interruptor de la luz, suponiendo que eso le facilitaría la tarea.

Todo estaba en perfecto orden, topándose con diversos cajones y percibiendo que ahora sí iba a perder la paciencia. Por lo que, importándole bastante poco si volvía de todo aquello un desastre, abrió cajón tras cajón para hallar lo único de mayor interés en ese lugar.

Mob observó el filo del objeto de forma minuciosa, sopesando todas sus opciones y llegando a la conclusión de que no quedaba de otra; descubrió su antebrazo derecho, acercó el filo frío del cuchillo, apretó los dientes y lo hundió.

Conforme iba rasgando la piel, un dolor punzante le obligó a cerrar los ojos como reacción a intentar tolerar algo tan desmesurado; sintió un líquido emanar desde la herida, misma que se convertía en gotitas manchando eventualmente el suelo bajo sus pies.

Detuvo cualquier movimiento, soltó el cuchillo y observó con atención el daño hecho. Su menor preocupación en ese momento era saber que su sangre ahora era caliente, ya que lo peor para Mob en ese instante era aguardar a que algo básico en los vampiros ocurriera.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora