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Toda su mañana se resumió en papeleo, archivar casos pendientes y escuchar a sus espaldas amenazas que no sabía si considerar como vacías o precursoras de una eventual tragedia.

Claro, todas éstas no iban dirigidas precisamente hacia él, sino hacia personas que el monstruo se dedicaba a observar por el marco de la ventana que daba directo hacia la calle.

»Menudo cretino.

»El hambre se me quitaría si le succiono la sangre a ese gordito de allá?

»Malditos empresarios. Viven sus vidas a gusto sin saber que un peligro impredecible les acecha detrás.

»Detesto cuando los niños empiezan a chillar. Debería matarlos junto a su madre para que se callen de una buena vez?

Y sus palabras no cesaban, con Reigen echándole un ojo de vez en cuando, en caso de que tuviera que detenerle. Sabía que su fuerza no era ni por asomo comparable a la de un ser que en el siglo actual no debería ni existir, y aunque muy probablemente acabara pagando él mismo las consecuencias si se atrevía a desafiarle...

Entre sus cavilaciones y la inquietud que conllevaban cada una de sus opciones, la puerta de su oficina se abrió, apareciendo uno de sus colegas tras ésta.

Deduciendo por la expresión del otro, Arataka supo que la situación era seria.

─Hemos localizado a una organización que vende droga tanto fuera como dentro del país─le fue explicando el muchacho a Reigen, extendiendo un mapa con las respectivas ubicaciones junto con las imágenes de los supuestos integrantes sobre el escritorio─. Quizás éste sea uno de los casos más importantes que podamos resolver después de tanto tiempo... así que el superior te querrá allí sin objeciones.

Arataka se dispuso a responder, sin embargo un sobresalto le impidió articular palabra, todo gracias a que cierta persona invisible al ojo humano había puesto los pies en el suelo de una forma claramente exagerada; tampoco ayudaba que se estuviera acercando, para variar.

Su colega notó esa reacción, mirándole con extrañeza.

─...Gracias, Serizawa─logró decirle tras calmarse en silencio, mirando en todo momento al susodicho. Tenía que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para evitar voltear hacia el jovencito que se hallaba justamente a su lado, inexistente para todos, menos para él.

─Interesante... ─murmuró Mob más para sí mismo, dando la impresión de que era el primer mapa que veía en su vida─. Esto parece estar muy bien planificado─sus ojos rojos se alzaron hasta recaer en el hombre al otro lado del escritorio, suponiendo un acto más que desalentador para Reigen.

─Dile a nuestro superior que estaré allí sin falta, Serizawa!─exclamó éste último, rodeando el escritorio para empujar literalmente fuera a su compañero de la oficina, manteniendo la sonrisa amable en el rostro para no darse a malinterpretar─. Me prepararé mientras tanto!

Y en cuanto pudo le cerró la puerta en la cara, odiando la sensación de alerta gracias a la mirada de Mob. Es que acaso iba a matarlo? justo allí en su cara?

─Hombre, tranquilo!─al azabache le hizo gracia la sobre reacción de Arataka, como si de verdad con sólo empujarlo lo hubiera salvado; allí todos estarían muertos con tan solo un chasquear de dedos─. Ahora mismo soy inofensivo, así que...

─La forma en que lo miraste... ─soltó Reigen a medias, apoyándose en la puerta, atento a cualquier movimiento extraño.

─Si lo asesino a sabiendas de que nadie puede verme, el crimen caerá sobre ti e irás a la cárcel; y es que la verdad, no me apetece verte tras las rejas en este instante─Mob le fue sincero, regresando su atención al mapa.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora