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Habitualmente sus noches eran tranquilas, a menudo teniendo compañía y en otras pasándolas completamente solo.

Pensar demasiado en las cosas no estaba siendo su pasatiempo favorito, como tampoco estar percibiendo que algo dentro de cierto perímetro se torcía hasta romper con la rutina que hasta entonces se hallaba llevando.

Despegó la vista del suelo de la azotea para alzarla y ver hacia el resto de la ciudad, sin tener un punto de mira en concreto. Sus ojos empezaron a brillar después de lo que se sintió como un letargo ofuscado por esas frustraciones que nublaban todo a su alrededor, buscando la ubicación de ese mal presentimiento que conforme pasaban los segundos se instalaba específicamente en su pecho.

Inquieto, consideró la posibilidad de bajar e ir hacia donde supuestamente se estaba desarrollando algo desconocido a sus ojos, sin embargo una presencia familiar a sus espaldas le hizo descartar esa idea tan rápido como llegó.

─Nunca he creído en las coincidencias, así que... ─Mob se giró despacio, sin prisa, topándose luego con la expresión casi consternada del rubio─. Qué está ocurriendo, Teru?

Éste último negó, sin encontrar las palabras adecuadas para informarle de semejante atrocidad cometida en contra de todas las reglas. Le atajó del antebrazo sin más, y consciente de que se acoplaría a sus intenciones con antelación, se lo llevó consigo moviéndose ágilmente por los techos, con Shigeo a su siga y presintiendo que en silencio continuaba exigiéndole una explicación.

Una vez que estuvieron lejos de su territorio, vislumbraron a un grupo de personas reunidas en torno a una casa sencilla, con sangre desparramada atisbándose desde la posición en la que ambos se encontraban. Mob deshizo cualquier agarre que limitara sus movimientos, aproximándose al sitio que estaba custodiado por dos policías desde la entrada de aquella casa, valiéndose de su invisibilidad ante el ojo humano.

Fue entonces que Mob se paralizó.

Sabía que nunca tuvo la necesidad de respirar, sin embargo en ese instante podía jurar que se quedaba sin aliento, mortificado ante la horrible escena que se materializaba enfrente suyo. Sintió una especie de desconexión viniendo de su cabeza, percatándose de que la palabra «error» se aparecía ante sus ojos cuando los cerraba.

─...Cómo se supone que podría explicarte esto?─la voz de Hanazawa ayudó lo mínimo para sacarle del trance en el que su parte no consciente se había sumido─. Es ella, no?

Bajo toda esa sangre cubriéndole la mayor parte del rostro, Mob confirmó lo que más temía. No le importó ensuciarse de ésta misma, porque a su juicio esto no debería ser así. Mentiría si dijera que todo aquello no le sentaba del asco, aunque tampoco se sentía del todo aliviado al saber que otra persona había hecho el trabajo por él.

Shigeo no conocía a nadie con tal falta de escrúpulos en este mundo; al menos de su mundo.

─Si alguien más tomó su vida... qué sucede con tu lista?─se atrevió Teru a preguntar en cuanto se alejaron unos kilómetros de allí.

─No sé... ─Mob se llevó ambas manos a la cabeza, sintiendo una inquietud que desde que era humano no experimentaba; empezaba a temer de esa maldita desconexión─. El contador se rompió, Teru... ya no hay víctima número cien que matar.

Luego de un rato, el azabache insistió en alejarse lo mayor posible del sitio, porque con suerte conseguía asimilar las circunstancias y estar cerca de los hechos difuminaba peligrosamente su razón. Finalmente acabaron en una calle desierta de extremo a extremo, producto del propio miedo colectivo de la gente al ser la probable siguiente víctima; ahora con una niña asesinada a sangre fría, sus pensamientos no harían más que empeorar.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora