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─Sufriste un golpe en la cabeza, acabaste inconsciente dentro del bar.

Reigen se llevó una mano a la frente, en donde una venda la cubría en su totalidad. Le hubiera gustado decir que no recordaba absolutamente nada de lo ocurrido, sin embargo su mente lo traía todo a la vida de forma tan nítida, que simplemente le era difícil asimilar que en su espalda no había nada.

Como si nada le hubiera atravesado en aquella parte de su cuerpo y el dolor hubiese sido parte de su imaginación.

─Logramos atrapar a varios de la organización, aunque muchos perdieron la vida durante el operativo; hubo caídas en ambos bandos... ─le informaba Serizawa, poniéndole al tanto de todo.

─Podrías... dejarme un momento a solas?─le pidió Arataka de la manera más amable posible, agradeciéndole con un gesto de mano después─. Quieres explicarme por qué demonios hiciste eso?!

Un bostezo se escuchó en una esquina de la enfermería, seguido de pasos caminando sin prisa en su dirección. Aquellos ojos rojos se clavaron en los suyos, denotando cierta confusión, claramente fingida.

─Teníamos que disimular─le contestó Mob en respuesta, deteniéndose a escasos centímetros de Reigen─. No sería raro que salieras impune en medio de una masacre a la que por obvias razones no le encontrarían explicación?

─Y qué? esperas que te lo agradezca?─ironizó Reigen sin muchos ánimos, mostrándose descontento.

─No tenía muchas alternativas y me decidí a emplear lo básico─Mob llevó ambas manos tras su nuca, dejando ver su desinterés al respecto─. Además... tenía hambre.

Ante ello, Arataka no pudo evitar retroceder, tomando nuevamente distancia del otro. Si todavía le costaba dar por hecho que ese niño se alimentaba de sangre humana, ya podía ir asumiendo que jamás terminaría de acostumbrarse a ello; esa repugnancia hacia él no se había desvanecido durante esos seis años.

─Después de todo, eran los malos─apeló el azabache a su favor, sonriendo victorioso─. Acaso no le hice un favor a tu superior, a tus colegas? acaso lo que hice no sirvió de ayuda para ellos?

Si ese monstruo esperaba que le aplaudiera y felicitara por sus acciones, pues podría quedarse esperando durante otros siglos más. No iba a dejar que alterara sus principios bajo el pretexto de "el fin justifica los medios"... seguía siendo sangre humana, y nadie se lo podía negar.

Reigen decidió dejar la conversación hasta ahí, ya que no estaba dispuesto a iniciar un debate con aquel ser antinatural que no les llevaría a ningún lado; se tomó unos minutos para abandonar la enfermería, tanteando su equilibrio y viendo que todo estuviera en su lugar.

Mob le siguió de cerca, observando tranquilamente a su alrededor. Notó de pasada que habían más personas ocupando algunos pabellones de aquel sitio, ya sea tratando sus heridas o recibiendo atención médica intensiva.

Sus ojos se detuvieron en más de un individuo, entornando la vista en las heridas que lucían más graves desde su punto; el aroma que provenía de todas direcciones -y considerando que él era más susceptible al momento de percibirlo- comenzó a dejarle estragos en el interior, con sus colmillos ansiosos de enterrarse en la piel ajena.

«De todas formas, nadie puede verme ni tampoco comprenderán lo que sucede si me muevo rápido» razonó Mob en silencio, viendo de pasada que Reigen continuaba caminando y dándole la espalda. Si se percataba de algo, sabía que no podría hacer nada para resolverlo, incluso si lo dejaba todo en sus manos.

Una sonrisa se asomó en su pálido rostro. Decidido a actuar, maquinó a toda velocidad una maniobra para abordar a aquellas dos personas dentro del pabellón, ya que debía evitar a toda costa que profirieran algún grito que alertara a los más cercanos; después podría cerrar tranquilamente la puerta, fingiendo demencia ante sus propios actos.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora