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Le habían citado a primera hora de la mañana.

La incertidumbre -mezclada con algo de confusión- no se hizo esperar al ver que le pedían aguardar a la llegada de su colega más cercano en la sala de interrogatorios.

Lo más lógico sería pensar que solamente querían pedirle un informe sobre el operativo de ayer, aunque fácilmente Serizawa pudo ir a su oficina y ahorrarse la pérdida de tiempo allí; algo dentro suyo le indicó lo poco habitual de la situación y que tal vez no solo se tratara de un simple interrogatorio.

─Lamento la demora─la voz de su compañero le relajó hasta cierto punto, pese a que las dudas volaban libres en su cabeza─. Agradezco que te hayas tomado la molestia de venir y esperarme aquí.

─Si estamos precisamente aquí, es por algo─espetó Reigen, cruzándose de brazos y mostrando clara confusión en su rostro; no pasó por alto el hecho de que Serizawa fingiera amabilidad, conociéndolo desde su llegada a aquel sitio.

─Bueno, esto es sencillo─le respondió éste con parsimonia, tomando asiento en la silla al otro lado de la mesa─. Ocurrió algo fuera de lugar en el operativo de ayer, volviendo a tener la similitud del macabro asesinato en el callejón de esa vez─su voz se fue tornando seria, al igual que su mirada─ cuerpos descuartizados detrás de una sala, confirmando el mismo modus operandi de los casos anteriores, salvo que esta vez... uno de los agentes te vio salir de allí, y hablando solo, Reigen.

El aludido parpadeó incrédulo, sopesando el relato de su colega y dándose cuenta luego de lo que supuestamente estaba insinuando. Su ceño se frunció, mas no lo suficiente como para hacerse el ofendido o siquiera para fingir demencia.

La realidad era que los nervios le habían embargado de una forma abrumadora, tanto que no le dejaban pensar con mucha claridad; tenía que responderle rápido, inventarse alguna excusa para que no comenzara a sospechar de él.

─Hace seis años, fuiste el único sobreviviente de un homicidio en masa, y en el operativo en donde capturamos a algunos de los traficantes de droga, también fuiste el único que sobrevivió de entre una montaña de cadáveres, sufriendo un simple golpe en la cabeza─Serizawa prosiguió con sus afirmaciones, a pesar de que en el fondo sonaban más como acusaciones─. No puedo decir lo mismo en cuanto a los asesinatos en el callejón, tan solo me parece extraño que no hayas escuchado nada si vives a unas pocas cuadras en donde los gritos podían escucharse perfectamente.

─Estuve en el interrogatorio a aquella niña contigo, Serizawa─le soltó Reigen sin pensar, sin detenerse a considerar lo que le diría a continuación─. Crees que de haber sido yo, ella no me habría reconocido al instante?

Su error dejó entrever algo más.

─Reigen... sabes quién fue?─Serizawa suavizó su voz, tratando de que fuera conciliadora y poder llegar a la verdad de un modo sensato y sin alteraciones de por medio─. Ya te lo había preguntado antes, y nunca me respondiste... viste al asesino de hace seis años? sabes quién es el responsable de todos estos asesinatos que todavía siguen sin tener explicación?

Arataka empuñó las manos bajo la mesa, percibiendo a la tensión ceñirse sobre sus hombros. Empezaba a detestar tener que verse envuelto en la misma situación más de dos veces, jurando que en cualquier momento colapsaría ante la impotencia de no poder hablar.

Todo estaba en su contra, y lo peor es que estaba quedando él mismo como posible sospechoso de todos esos homicidios. Sí, de alguna forma se sentía responsable porque no estaba en sus manos controlar al monstruo que compartía techo y vida con él, porque detenerle cuando se dispusiera a descuartizar nuevos cuerpos equivaldría a hacerle perder la paciencia.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora