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Darse un momento para despejarse y hacerse a la idea de su nueva realidad, era algo que en parte conseguía aliviar a Reigen. La presencia constante de Mob le suponía una presión y estrés a partes iguales, salvo por el hecho de que él también tenía cierto poder sobre aquel ser antinatural, aunque por ahora prefería abstenerse de ponerlo en práctica.

Algo le decía que no le convenía en lo más mínimo averiguar qué podría pasar si le hacía perder la paciencia.

Suspiró con cierto agotamiento, procediendo a sacar un cigarro de la cajetilla que traía en su bolsillo. Al momento de querer encenderlo, unas pisadas viniendo de su derecha le distrajeron de sus intenciones, mirando por el rabillo del ojo a quien interrumpía su privacidad, al menos la poca y nada que podía ofrecerle esa zona de la ciudad.

Una insidiosa sensación le recorrió de pies a cabeza al ver que aquel desconocido se situaba en el otro extremo de la banca, sin conseguir del todo ver el rostro del otro, puesto que una capucha oscura se lo impedía; únicamente unos mechones rubios sobresalían, mas eso no le decía gran cosa.

No quería reconocerlo, pero la sensación que ese individuo le provocaba era similar a la de Mob, aunque en menor medida.

─Tengo entendido que el tabaco también puede dañar tu cuerpo─el sujeto empleó una voz conciliadora para dirigirle la palabra, en plan amigable─. Deduzco que no es la primera vez que lo haces, verdad?

Con esa interrogante instalando un silencio un tanto confuso entre los dos, Arataka percibió que todo dentro suyo se paralizaba al hacer por fin contacto visual con ese alguien.

Ojos rojos. Piel pálida. Unos colmillos no tan grandes asomándose en medio de una sonrisa que no supo cómo demonios interpretar.

Allí estaba esa familiaridad.

─Entonces... ─el chico de cabello rubio se levantó de un salto, haciendo uso de una aterradora velocidad para arrebatarle el cigarro y convertirlo en nada entre sus dedos; acto seguido, y con un desprecio que incluso Reigen pudo percibir, una patada en su rostro hizo que saliera proyectado unos metros lejos de donde se encontraba─. Es momento de que dejes de intoxicarte con esto!

Tratando de recuperarse del shock inicial, alzó la vista medio aturdido para toparse con la figura de otro monstruo más, con la excepción de que éste parecía inofensivo comparado a Mob; vio de pasada su cajetilla de cigarros en la mano izquierda del rubio, misma que se hizo polvo en cuestión de segundos.

El sabor metálico de la sangre escapando de su labio inferior le recordó en qué situación estaba, con el pequeño detalle de que ésta vez no se sentía vulnerable ni mucho menos asustado. El desconcierto describía exactamente su expresión en ese instante, no habiendo imaginado que había más de esos seres por allí.

─Todo lo que tú hagas, repercutirá en él─Teru observó detenidamente a Reigen, sin hallarle nada interesante─. Así que deberás empezar a limitarte en ciertas cosas, humano.

─Estamos hablando de un vampiro, no seas ridículo─Arataka quiso reír por la advertencia, limpiándose la sangre del labio y mirando de la misma forma despectiva al rubio─. No es como que un poco de tabaco vaya a matarlo...

Otra patada impactando contra su cara le hizo callar, aunque la sonrisa no desapareció por eso. Claramente sentía dolor, uno que podría describir como fulminante, sin embargo la amenaza era tan mediocre que incluso las ganas de reír se manifestaron luego de ser golpeado.

Esto era normal?

Hanazawa, no conforme con la reacción tan poco natural del humano, se atrevió a descubrir la zona donde reposaba la media luna, haciendo uso de sus manos para desgarrarla y forzar de esa manera a que la sangre saliera.

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora