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La paz había llegado después de tanto a su vida, conservando un nombre y apellido, sin embargo, esa misma paz se había hecho sitio en su ya apagado corazón sin siquiera pedir permiso

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La paz había llegado después de tanto a su vida, conservando un nombre y apellido, sin embargo, esa misma paz se había hecho sitio en su ya apagado corazón sin siquiera pedir permiso.

Su cuerpo había dejado de sentirse frío desde la primera vez que le vio a los ojos, desde que esa persona logró verle y haciéndole saber en un frío amanecer que era su víctima número veinticuatro.

Tal y como le ordenaba la misión, debía tomar su vida sin tener contacto directo con su corazón, teniendo que ingeniárselas previo a la persecución a la que daría inicio; jamás imaginó que el humano supiera captar a lo que se estaba enfrentando y darle pelea pese a que él le ganaba en fuerza.

Tenía una sorprendente habilidad para safarse de sus manos y continuar corriendo, sin darle tregua a pesar de que él ya sabía los puntos a los que podría dirigirse con tal de esconderse.

Cansado ya de aquella carrera sin fin, decidió ponerse un poco más serio y abordarle desde las alturas, haciéndole quedar casi enterrado en la nieve, inmovilizándole por medio de las piernas y las manos.

─Qué demonios se supone que eres?!─le escuchó exclamar confundido, tomándole algo desprevenido no atisbar ningún rastro de miedo o desesperación en aquellos ojos azules; una vez que su víctima se estuvo quieta, pudo percibir que algo le impedía continuar con la tarea, siendo atentamente observado por el contrario, quien todavía esperaba su respuesta.

─Yo soy... ─logró decirle a medias, notando que sus sentidos se nublaban un poco al tratar de adivinar qué era eso que le estaba deteniendo de asesinarle.

─...Espera─su shock aumentó al percatarse de la mirada cautivada que el otro le otorgó al reparar en sus colmillos, como si estuviera contemplando algo realmente fascinante─. Son de verdad?!

Entonces, lo supo.

Una corriente eléctrica le paralizó por un instante, en donde una mano cálida le rozó parte de la mejilla antes de toquetear uno de sus afilados colmillos, reaccionando al contraste de temperaturas.

Aterrado, el vampiro azabache se echó para atrás, sin apartar sus ojos del humano. Hasta ahora nadie se había atrevido a tanto en plena caza, dejándole estupefacto por unos segundos y, consciente de que su víctima podría aprovecharse de eso, hizo lo que menos esperaba.

Permanecer allí.

─Nunca había visto algo como tú─la voz melodiosa del otro se coló en sus oídos, haciéndole regresar a la realidad y ver que sus intenciones de ponerle fin a la vida ajena habían desaparecido como por arte de magia─. Ibas a matarme con eso?─le preguntó, haciendo alusión a lo que se asomaba por detrás de sus labios.

─Cómo es que tú...?─apenas sí cabía de la impresión, puesto que en una situación de este tipo, lo más normal sería verle entrar en pánico y no quedarse allí para preguntarle si es que sus colmillos eran reales y a la vez lucir imperturbable─. No tienes miedo?

The Unforgiven | Mob Psycho 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora