𝗨𝗻𝗮 𝗮𝘃𝗲𝗻𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗺𝗮𝘀

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Recorriendo a toda velocidad aquella distancias desconocidas por su conciencia propia, Rose no tenía miedo a intentar de todo por terminar con aquellas tempestades que la consumían poco a poco. Agitaba con impaciencia las cuerdas para alertar al puro animal de continuar trotando con mayor velocidad, dejando atrás al chico que se encargaría de conservar la paz del lugar. 

El camino aunque se encontraba con diversidad de obstáculos, no pensaba en detenerse. Algunas lágrimas recorrían sus pequeños ojos almendrados, reflejantes de la preocupación y el orgullo de no poder acabar con la maldad humana. El viento pegaba en su mirada descubriendo los verdaderos sentimientos que se encontraban detrás, aquella oscuridad perpleja en su gran mente que atacaba hasta los espacios menos endebles convocando ideas corrosivas como el "que pasaría si no llegaba a tiempo" "¿qué pasaría con su amiga, con los niños?" ¿qué pasaría con su dignidad?

El animal logró pasar por el camino de arbustos, y el que se encontraba pavimentado con rocas pero no sabría si podría pasar el del bosque, pasando aquel camino se encontraba la estación, rezaba al cielo que llegara, porque sino toda su vida se arrepentiría de tragedias inacabables. 

Acarició al corcel para brindarle ánimo emocional, podían lograrlo. 

Aumentó su velocidad para pasar el barro, la humedad había impactado contra el piso era por eso la dificultad expuesta en el sendero. Además de todos los arboles con ramas peligrosas sobresalientes, decidió sujetarse fuerte, cualquier movimiento en falso arruinaría su esfuerzo. Lograron pasar el barro pero la chica no tuvo reflejos suficientes para evitar la mayoría de las ramas, aquellas dichas impactaron con ciertas partes de su rostro rasguñándola sin piedad, dejando heridas notables que no le concedieron mucha importancia. Afortunadamente mientras el camino seguía, lograron divisar las vías de la estación de Charlottetown, habían llegado; Sin embargo para ese punto habrían tomado una mayoría de tiempo, comenzaba a perder esperanzas, pero siguieron cabalgando juntos. Al acercarse a las vías Rose aceleró mucho más, debían saltar el pequeño borde que separaba el pasillo de las vías con la estación. 

Al llegar a aquel barranco, el salto fue exitoso, no tuvo idea de cómo lo hizo, pero pudo llegar al otro lado. Tal vez la desesperación, tal vez sus pensamientos consumiéndola. El caballo había llegado a Charlottetown, pero al ver a tanta gente asustada por el salto reciente, la ansiedad tomó control de su cuerpo haciéndolo levantarse de golpe en 2 patas, aunque la gente corría asustada, Rose trató de calmarlo pero esto provocó el pequeño impacto en falso que tumbó a la joven al suelo, donde afortunadamente estampó sin golpear su cabeza. Se levantó sin pensarlo, el caballo había salido corriendo, no podía ocupar su mente para otro problema en ese instante, estaba cerca de donde estaba su tío. Debía encontrar el lugar. 

Se repetía el lugar una y otra vez en la cabeza mientras corría perseverante en las calles ladrilladas de la ciudad buscando el establecimiento. Volteaba a cualquier panorama cercano pero no encontraba nada en absoluto, decidió preguntar a una mujer cerca de ahí que le indico justo donde se encontraba. No lo pensó dos veces y a pesar de respirar con dificultad corrió sin siquiera tener la prudencia de voltear atrás. 

Captaba miradas intrascendentes, no quitó el objetivo de su mente. Por fin logró llegar a la calle indicada y encontró el lugar, no dudo ni un segundo en entrar. 2 sujetos doblando su tamaño la detuvieron. Su vestido se encontraba manchado con lodo, su cabello sin un orden y como si fuera de gran importancia, no llevaba un absurdo corsé. Su apariencia, edad y estatura no clasificaban para ser parte del consejo o incluso de la importante junta que surgía en el piso consiguiente. 

-¡Por favor! necesito pasar, mi tío se encuentra ahí, necesito hablar con él. 

-Lo lamento mucho señorita, la junta es de asunto confidencial. 

MI QUERIDA ROSE SMITH... ‹‹ Gilbert Blythe »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora