𝗠𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮

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Mi día había comenzado como cualquier costumbre habitual. Esta vez no tenía fuerzas ni para levantarme de la cama, pero aún y con dudas, lo hice. Mis piernas dolían y mi rostro ardía. Era el claro ejemplo de lo que pasaba cuando un día de anterioridad tenías una experiencia cardíaca.

Al verme al espejo algunos rasguños dominaban mi rostro, no les había podido dar atención y siendo honesta al llegar a casa ayer por la noche me sentía ya más muerta que nunca, llegando directamente a la cama.

Traté de tocar aquellas heridas con delicadeza pero seguían ardiendo un poco, lo cuál me impidió continuar inspeccionándolas. Pensé que una ducha ayudaría a calmar el ambiente tan pesado de sueño y cansancio. Hoy darían los resultados de los exámenes de Queens y no estaba prepara psicológicamente. Sentía terror, si no pasaba seguramente no podría continuar estudiando. 

Cómo los resultados eran casi al finalizar el día, me tomé el tiempo de pasar tiempo de calidad con mis personas favoritas. Termine la ducha tan exquisita que tanto necesitaba, me vestí, arreglé y bajé a desayunar. Todos se encontraban ahí, y desde hace más tiempo sentía un ambiente armónico que solía extrañar. Gilbert y Bash reían por cierta anécdota mientras Deli se encontraba en sus piernas comiendo su desayuno. La señora Lacroix horneaba unos deliciosos panes de bruschetta que encantaban mi paladar con solo su aroma. 

Me senté a su lado, al notar mi presencia ambos sonrieron. 

Bash: ¡Rose! ¡Bienvenida! Siéntate, siéntate. Traíamos de vuelta memorias sobre nuestro tiempo en el barco. 

-¿Ah sí? .-pregunté curiosa. 

Bash: ¿Recuerdas aquella vez que tuvimos que correr de unos guardias por la acera de primera clase, empapados de carbón porqué solo queríamos ver la vista al mar? 

mientras narraba no pude evitar esbozar una sonrisa, su emoción me llenaba el corazón de recuerdos inolvidables e importantes para los 3. 

-Sí, recuerdo que te tropezaste. 

Bash: ¡No, no, eso no pasó! 

el comentario le sacó una risa al castaño de su lado al igual que a mí. 

Bash: Bueno, tú casi caías al mar la vez que hubo turbulencia, y comenzaste a llorar. 

-Casi moría, señor "tu limpia la letrina" no me podía contener. 

Gilbert: Por cierto Bash, gracias por limpiar la letrina cuando nos tocaba a nosotros. 

Bash: Oh fue asqueroso no, no. 

-¿Recuerdas que los 3 nos escabullíamos debajo de las escaleras a leer un rato?

Bash: Uh, nos descubrieron una vez. Nos apagaron las luces y tuvimos que usar unas pequeñas velas del estante. 

Gilbert: Sí, y quemaste mi libro Bash. 

Bash: ¡Que dices! 

no podía evitar reír, pasábamos un momento de calidad que conservaría con devoción. 

-¡La primera vez en el puerto! A unas cuantas semanas de que llegara Gilbert. 

Bash: nunca olvidaré cómo le cerramos la boca a aquel maleducado. 

Gilbert: Fue mi primera vez comiendo mango. 

Bash: lo comiste con todo y cascara. 

Gilbert: Pues no me iba a matar...

-"¿Porqué lo desperdiciaría?".- contestamos los 3 al unísono, Gilbert al darse cuenta que su icónica frase se quedó para la historia rió junto con nosotros. 

MI QUERIDA ROSE SMITH... ‹‹ Gilbert Blythe »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora