Renaciendo

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Llegué al aquelarre destruido, ver partir a Mew, había sido mucho más difícil que buscar a Bright por años, me acosté y en posición fetal me puse a llorar, sólo esperaba que el tiempo que me quedaba no fuese muy largo.

Los rayos del sol golpearon mi cara, haciendo que despertara, me senté y un fuerte dolor en mis encías me hizo correr al baño, con rapidez tomé agua y escupí sangre, toqué con mis dedos donde provenía el dolor y con horror vi cómo se me caían los dientes.

-Maldición, dije mirando la imagen que me devolvía el espejo, si bien nunca me había encontrado guapo, era un hombre normal, sin embargo, ahora me veía horrible, mis cabellos se estaban cayendo, así que decidí cortarlos hasta la nuca, mi piel se veía tan blanca que daba miedo, estaba perdiendo la vista, el olfato, la audición y ahora se caían mis dientes.

- ¿Gulf estás bien?, dijo Mild entrando al baño, al ver el lavamanos con sangre y uno de mis dientes, se acercó horrorizado, me abrazó y apretó contra su pecho -Tranquilo niño, pronto todo pasará.

Minutos después nos separamos y acarició mi rostro, en silencio bajamos hasta la cocina y preparó panqueques, con lo poco que saboreaba, sabía que estaban exquisitos, mi amigo siempre había tenido habilidad para la cocina, así que no dudaba, de que estaban sabrosos, finalmente después de comer salimos a caminar al jardín.

Mis días transcurrían con relativa calma, cada vez era más difícil ponerme de pie, había perdido varios kilos y mis huesos se quebraban de la nada, el último accidente que había tenido, fue cuando quise sacar mis alas y dar un último vuelo, grave error, ya que, el peso de ellas quebró mi tobillo izquierdo, desde ese momento nunca más volví a sacarlas, arrepintiéndome de no haberlas usado un poco más cuando podía.

Lo único bueno de estos días, es que me había acercado mucho a Kao, pasábamos muchas horas en el jardín trasero del aquelarre, él cortaba flores arreglando su jardín, mientras yo me sentaba bajo el árbol, que había plantado mi madre hace muchos años atrás, en eso precisamente estábamos hoy.

-Fue así como perdí el ojo izquierdo, dijo riendo Kao.

-Y yo que pensé, que lo habías perdido en una batalla épica, dije sonriendo.

-El amor pequeño, es siempre una batalla épica, dijo entregándome una rosa -Quien más que tú lo sabe ¿no?

Cuando iba a contestar alguien saludó a Kao, haciendo que este se girara y sonriera, mi vista era tan mala que a lo lejos no lograba identificar quien era y me hubiese gustado seguir así, ya que, cuando el invitado llegó a nuestro lado, me di cuenta que era mi querido Mew, cuando él me miró y vi en sus ojos lastima y no reconocimiento, mi alma terminó de quebrarse, bajé la vista para que las lágrimas no salieran de mí, nunca pensé que una mirada podía doler tanto.

Cuando sentí que podía controlar mis ganas de llorar, volví a mirar al hombre que había robado mi corazón y me dediqué a guardar cada detalle de su rostro y cuerpo, con esa imagen mental me quedaría, con esa imagen moriría.

Cuando se fue, Kao se sentó a mi lado y colocó su hombro cerca, para que yo afirmara mi cabeza, después de hacerlo nos quedamos en silencio, cuando la temperatura comenzó a bajar, mi tío me tomó en brazos, llevó a mi cuarto, cobijó y se quedó conmigo hasta que me dormí.

Al día siguiente desperté porque sentía que me ahogaba, escupí el líquido que tenía en la boca, dándome cuenta que era sangre, mis pulmones quemaban y me ahogaba poco a poco, respirando con dificultad, descubrí que este sería mi último día.

Cuando Mild entró al cuarto y me vio, no pudo evitar llorar, se acercó a mi lado abrazándome, después de ayudarme a bañar, cambio las sabanas de la cama y me acostó en un lugar limpio y cálido, con cuidado, se acostó a mi lado colocando su cabeza en mis piernas, lentamente empecé a acariciar sus cabellos como cuando éramos niños.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora