Luna de Sangre

La oscuridad de la sangre

Desperté sintiendo un fuerte dolor en mi espalda, un poco desorientado abrí los ojos, tenía mi rostro sobre una superficie cálida y dura, con asombro me di cuenta que estaba dormido sobre el pecho bien formado de Mew, sin querer moverme cerré los ojos y disfruté de su calor.

Sabía que esto estaba mal, este hombre lograba confundir mis sentidos, me llamaba demasiado la atención, al punto de ser peligroso, sin querer alejarme del todo, traté de incorporarme, pero el dolor me hizo gemir con fuerza.

-Amor, ¿estás bien?, dijo el lobo sentándose con rapidez.

-Si, dije mordiendo con fuerza mi labio -Es sólo, que tener un ala rota es doloroso.

-Llamaré al médico, dijo levantándose de la cama, con suavidad tomé su brazo, llamando su atención.

-No es necesario, no puede darme nada para curar mi herida, dije sentándome con dificultad -Por cierto ¿desde cuándo soy tu amor?

-Desde que naciste, dijo el sentándose frente a mí con seriedad -Gulf, tenemos que hablar.

- ¿No lo estamos haciendo?, dije tratando de aligerar el ambiente, el cual se había puesto bastante tenso.

- ¿Sabes algo de mates y los lobos?, dijo tocando mi mano con suavidad.

-Maxiin es mate de Tul, ¿verdad?, dije sin saber mucho del tema -La verdad es que no sé mucho.

-Tienes razón, dijo el con una sonrisa -Cuando un lobo nace, la diosa luna nos entrega a un alma gemela, quien será nuestro complemento y compañero de por vida.

Sin creer mucho lo que decía me dediqué a observarlo, era bonito pensar que desde que nacías, había alguien en el mundo quien sería tu pareja - ¿Encontraste a tu mate?

-Si, dijo el con una felicidad que me dio envidia, de pronto recordé al chico del bosque y un pinchazo atravesó mi pecho -Tú eres mi mate Gulf.

- ¿Estás loco?, dije sin creer en sus palabras -Es imposible Mew, debes estar confundido.

-Es imposible que me equivoque, la diosa luna te dotó de un olor que mi lobo jamás podría confundir, dijo con seriedad -Tu eres mío y yo soy tuyo.

-Para un poco, dije cruzándome de brazos y dándome cuenta por primera vez que estaba desnudo de la cintura para arriba -Mierda, dije saliendo de la cama como si esta quemara, obviamente el dolor que sentí me hizo doblar las rodillas y si no fuera por los rápidos reflejos de Mew, me hubiera dado de bruces en el suelo, mi movimiento apresurado me dejó peor, ya que, estaba dolorido y sólo en bóxer, frente a este imponente hombre.

-Aún estas muy débil, dijo el pegando su pecho al mío, haciéndome sentir escalofríos muy placenteros -No sientas vergüenza, no hay nada en tu cuerpo que debas ocultar de mí.

Cuando volví a la cama cogí la sabana y me cubrí -Mew, he vivido casi 350 años y siempre he valorado mi libertad, nunca he sido de nadie y nunca lo seré.

-Pues yo llevo ese mismo tiempo esperándote, dijo con suavidad -Dime que tu piel no anhela mi contacto, que no deseas besarme y hacerme el amor.

Con cada palabra que decía acortaba más la distancia de nuestros cuerpos, hipnotizado miré sus labios, los cuales se veían demasiado tentadores, sin querer evitarlo junté mis labios con los suyos y una corriente eléctrica recorrió mi espina dorsal, haciendo que moviera los hombros y el dolor volviera.