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Meses habían pasados, muchas cosas locas ocurrieron, estuve en el reinó Fénix de visita por unos días y hoy era un día especial, que ni siquiera había tenido la oportunidad de soñar... no hace mucho tiempo.

-¡Luce hermosa! Y no lo digo sólo por que yo hice ése vestido.

Dijo Cecilia mientras se veía claramente orgullosa por su trabajo, trabajo por el cual casi le declara la guerra al caballero negro por no tenerla como primer opción para diseñar mi vestido de novia...

-Le deseo lo mejor, señorita.

Dijo Nina mientras me veía con melancolía, como una madre ve  su querida hija que va a contraer matrimonio.

La puerta de la habitación abrió y vi a la princesa Candy asomarse, seguida de sus hermanas.

-Princesa Candy, ¿qué sucede?- pregunto Nina.

-Antes que nada, Luz, te ves hermosa en ése vestido, y segundo... Joaquín no se quiere poner una corbata.

Explicó Candy con una sonrisa pero con mirada de claro cansancio.

Algo me dice que princesas y príncipe tuvieron una larga batalla para que el caballero negro se ponga una corbata, perdiendo.

-¿Qué ése hombre nunca va a cambiar?

Y Esmeralda que hasta ahora había estado convertida en gato, a mi lado, habló con cansancio.

Las princesas miraron al gato con algo de miedo... excepto Candy, ella lo vio con emoción.

Sí... todavía no saben quién es la gata y prefiero que no lo sepan hoy, porque quiero que todo salga perfecto.

-¡Éso sí que no!
Me esforce mucho para diseñar sus trajes de boda, no me importa que caballero negro sea, mis prendas las usa completa por que sí.

Y Cecilia se dirigió al encuentro dde Joaquín, apretando sus puños.

¡No me lo vayas a matar, por favor!

-¡Éso, dale con la silla!

Y Candy... sigue siendo la de siempre.

-¿En verdad somos hermanas?

Preguntó Andrea mientras me mostraba un pulgar en alto y una sonrisa pequeña.

No te preocupes mujer, seguramente la próxima eres tu con el príncipe Jax.

-Sí, ¿qué culpa tiene la silla?
Para éso existen las armas blancas.

Dijo la reservada Stephanie mientras me mostraba una sonrisa, deseandome suerte.

-Correc... ¡no!

Y Nina dio un suspiro profundo mientras se oían sonidos de un combate, yendo con las princesas y la gata, a darle un buen y merecido sermón a Joaquín.

Por primera vez en ése día, me quedé sola en mi habitación y me miré al espejo de cuerpo completo que tenía, viendo como me veía con ése largo y hermoso vestido de boda.

Aquel niño con el que viví una vida miserable, aquel que fue mi único amigo, hoy se convertiría en mi marido.

Quizás podía parecer algo apurado nuestra boda, pero no sabemos cuando el rey loco podría querer hacer algo, además... en este momento no lo sabe nadie además de Candy, pero yo estoy...

Todo a mi alrededor se torno gris, alterandome un poco y mi reflejo en el espejo ahora era diferente, seguía estando yo pero con un vestido negro, desgarrado, con una corona siniestra que de hecho era cool, con cabello negro y ojos rojos.

De acuerdo, sé que quizás estoy loca, pero éso ya es otro nivel...

Que raro, creí tener más grandes mis... partes delanteras.

-Que hermosa te ves, hermanita.

¡A que mijo!

¡¿Mi reflejo acaba de hablar?!

¡Alguien llamé a un exorcista!

¡¿Es esto una broma de Esmeralda?!

Mi reflejo sonrió de manera siniestra y apoyo su mano izquierda en su mejilla.

-Yo ya tengo mi ejército listo para el juego, ¿y tú?

Tras decirme éso, todo a mi alrededor pareció destruirse en un segundo y miles de demonios gritaban, listos para la guerra mientras el fuego nacía y consumía todo a su alrededor.

El sonido de alguien llamando a la puerta se oyó y todo volvió a la normalidad, entendiendo yo un poco de lo que acababa de pasar.

-Luz, ya es hora.

Me dijo Candy, mi madrina de boda en ése día, asomándose por la entrada.

Yo miré mi reflejo una última vez en el espejo, viendo que era normal y asenti antes de volver a sonreir.

Hay tiempo para cada cosa, y este tiempo es de alegría, no de tristeza ni guerra.
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El gran momento, uno de los momentos decisivos en las relaciones de dos personas, estaba dando inició mientras yo era escoltada por Deimos hacía mi prometido.

En ése lugar se encuentraba Joaquín, con una gran sonrisa que reflejaba seguridad, seguramente no tanto como la mía en ése momento.

No tenemos duda alguna de lo que queremos y haremos, pero éso sí, ya hablaré luego con él por lo de la corbata.

-No apruebo su boda.

Yo también te quiero colmillitos.

Y al pararme delante de Joaquín, me regaló una sonrisa amorosa.

-Te ves hermosa.

Me dijo con voz normal, ignorando a todos los presentes, sobretodo a Candy que pronunció un gran "¡Uh!".

-Gracias, tu te ves como sí casi te hubiesen ahorcado con una corbata para que te la pongas.

Señalé, con una sonrisa burlona mientras él se veía algo avergonzado.

-En el futuro, será una historia graciosa, ahora, no lo es.

Y así, mi boda con Joaquín dio inició, la boda del siglo, la boda entre el temible caballero negro y la encantadora reina de todos los monstruos, los humanos más peligrosos de todos, aquellos que tienen como maldición, tener una vida miserable, llena de guerras y caos, y seguir así hasta después de la vida.

Es inició de una nueva y gran aventura, pero está vez estaremos juntos, hasta que la muerte nos separé... no, incluso más tiempo, mucho más tiempo.

Continuará...
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¡Hola!

Uno o dos capítulos más, y la historia se concluye.

¿Sí me apure? Para nada, sólo voy a publicar hasta cierta parte está historia, ya que planeada en verdad estaría cerca de los 100 capítulos, hasta apareciendo los hijos de Joaquín y Luz, pero meh, sólo la voy a publicar hasta la parte menos triste y sin tantos enredos, donde no van a querer tanto reclamar mi cabeza como lo sería más adelante.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

La luz del castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora