11

165 32 49
                                    

Aquí estoy en la oficina de Joaquín, acostada en el sofá mientras el "dueño" del castillo está dándome la espalda creyendo que sigo tratando mis heridas.

Al principio lo quiso hacer él pero al verme levantar una silla cambió de opinión y me dejó hacerlo por cuenta propia.

-Me disculpo por llegar tarde, estaba entrenando con mis caballeros y no pensé que...

¡Un momento!

¿Caballeros? ¿En éste castillo hay caballeros y yo no lo sabía?

¡Éso es inaceptable!
No puede haber caballeros en mi castillo sin que yo apruebe sus músculos... digo, juzgue sí son dignos.

-¿Qué dices? ¿Aceptas?

Salí de mis pensamientos y miré a Joaquín que seguía sentado en el suelo, dándome la espalda.

¿Qué fue lo que me dijo?

Di leve golpecitos en el sofá y él volteó para contemplarme haciendo de aragana.

Dio un suspiro profundo y se puso de pie antes de sonreír amablemente.

-Lo que pregunté fue... ¿te gustaría qué yo te enseñé a leer y escribir?
Quizás sea el mas apto después de todo.

Al oír éso me senté de golpe y asenti con la cabeza mientras sonreía, no pudiendo ni queriendo ocultar mi alegría.

Siempre fue uno de mis sueños saber leer y no rechazaría esta oportunidad.

-Me alegra que estés mejor.
Cuando quieras aprender, sólo dímelo y...

Agarré un libro que había en la esa que estaba delante del sofá, hice espacio en el sofá y di palmatidas para que se siente a mi lado, haciendo que sonría.

Es un honor que se siente a mi lado pero no hace falta que se ponga tan felíz.

-Muy bien... puedo ver por tu entusiasmo que realmente quieres aprender, éso hará las cosas mas fáciles.

Y Joaquín se acercó a mi lado y se sentó, sintiéndome rara pero lo ignore.

Por fín iba a aprender a leer, por fín cumpliría mi sueño de niña.

Soy buena en todo así que seguramente dejaré a Joaquín con la boca abierta de tan rápido que aprenderé.

¡Hora de estudiar!
.

.
Minutos después.

Joaquín estaba con la boca abierta mientras veía a su estudiante dormida con una gran sonrisa en su rostro, con la cabeza sobre un cuaderno con garabatos que eran intentos de letras.

-Tiene que ser una broma.- dijo el hombre mientras llevaba una mano a su frente y negaba.

Sólo hicieron falta doce minutos para que el entusiasmo de Luz desaparezca y quede profundamente dormida.

Miró unos documentos que había sobre la mesa donde sólo tenían una equis como firma y suspiro profundo.

Al menos logró hacer éso sin dificultades.

Con cuidado, el hombre se puso de pie y alzó a su estudiante para llevarla a su habitación, para que duerma cómodamente en su cama.

Sólo rogaba que ella no se despierte de golpe o él terminaría golpeado pero por lo que sabía, gracias a Nina, tiene un sueño muy profundo.

-¿Por qué eres tan amable con ésa niña rara?

A un costado del hombre, apareció de la nada otro hombre, de cabello negro, ojos rojos, un poco mas alto que él y que vestía de manera elegante, todo un conde.

El mismo hombre que anteriormente había atrapado a Luz por andar de curiosa cuando Joaquín no estaba.

-No es de tu incumbencia, además, sí estás aquí significa que dejaste a ése tipo sólo.
¿Sabes lo molestó que son sus berrinches?- preguntó Joaquín sin mirar al hombre a su lado.

El de ojos rojos miró a la chica que dormía en los brazos de su amigo y fruncio el ceño.

-No me gusta su escénica, es rara.- dijo el conde.

Desde la primera vez que la vio no le inspiró confianza y quiso acabar con ella pero luego de oír de ésa sirviente que Joaquín la rescato, desistió.

-Sí, es una chica rara pero define normal.- susurro el dueño del castillo con tranquilidad.

En ése momento, estaba agradeció que su amigo haya aparecido o hubiese hecho la gran locura de aprovecharse de Luz mientras dormía, dibujandole bigotes en el rostro y escribiendo "tonta" en su frente.

Era una señal de advertencia, aun es muy joven para morir.

-¿Te recuerda a ella?- preguntó el de cabello oscuro.

Joaquín fruncio levemente el ceño y la imagen de una niña sonriendo pasó por su cabeza.

-Tal vez... ¿quién sabe?

-Eres la persona mas fuerte y peligrosa de todas, hasta un orgulloso medio vampiro como yo lo reconoce.
Tener apego por alguien te hará débil.- señaló el conde mientras se detenía pero su amigo seguía adelante.

-Sí quiero tener a alguien a mi lado, la única persona que lo decide soy yo, además... ella puede defenderse sola.

Joaquín puso cara de disgusto al recordar que el ataque del tenedor le dejó cicatrices.

-¿Y sí ése fastidioso rey se entera?

Por primera vez el dueño del castillo se detuvo pero sólo un segundo, pronto siguió su camino tras dar un suspiro sonoro.

-Ya lo pensé, no te preocupes por mi Deimos.
Sí ése tipo intenta hacerle algo a la luz del castillo, conocera el filo de mi espada.

Todas las personas del castillo eran importante para él y sí alguien se atrevía a atentar contra ellos, se olvidaría de toda amabilidad y formalidad.

Deimos fruncio el ceño mientras veía a su amigo irse despreocupadamente, con ésa chica durmiendo en sus brazos sin saber la amenaza que en realidad era.

-Y sí ésa niña lástima a mi amigo, lo lamentara por toda la eternidad.

Susurro el medio vampiro con seriedad antes de desaparecer en una sombra.

Hasta la persona mas despreocupada y tranquila puede tener sus secretos y ni Joaquín ni Luz saben todo sobre el otro.

Continuará...
.
.
.
.
.

.
.

.
.
.
.
.
¡Hola!

Y aquí un nuevo capítulo hecho a las apuradas antes de irme a cocinar.

¿Quién creen que sea la persona a la que recuerda Joaquín que protege tanto a Luz?

¿Conocerá Luz a los caballeros y pasarán la prueba de ser dignos o no de cuidar el castillo? (Próximo capítulo)

Espero que les haya gustado el capítulo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

La luz del castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora