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Un nuevo día se hacía presente en mi magnífica vida y realmente estoy muy felíz porque Nina me dijo que una maestra llegaría ése día a enseñarme a leer y escribir, y no era una maestra cualquiera, seré estudiante de la mejor maestra de todas.

Lo debo de admitir, sí es un modo de Joaquín de pedirme disculpas por no conocer su lugar como mi sirviente, aceptó sus disculpas.

Ahora estoy caminando en la oficina de Joaquín el cual está quien sabe donde mientras espero a mi maestra.

Oí la puerta abrirse y voltee alegré para ver como Nina guiaba a una señora delgada, alta, algo arrugadita, sería y vestida con un vestido negro.

En circunstancias normales me burlaria de ella por parecer estar lista para un velorio pero hoy lo dejaré pasar.

Sin poder contener mi alegría, me acerque corriendo hasta detenerme delante de ésa señora que retrocedió levemente.

-Veo que no es muy educada para ser una dama.

¿Dama? Yo no soy una dama, yo soy una princesa.

-Es por éso que el señor Joaquín pidió que la llamen a usted, sus compañeros le dijeron que ustedes era la mas indicada para enseñar hasta a la persona mas difícil de manejar de todo el mundo.

Bien... ¿por qué me siento un poco ofendida con lo que dijo Nina?

-¿Tan ocupado está el dueño de éste castillo tan... vacío que tuvo que llamarme un sirviente?

Preguntó ésa señora con cierto desprecio y yo hice un esfuerzo para no borrar mi sonrisa ahora forzada.

No me gusta que le hablen de ésa manera a Nina y mucho menos conmigo presente.

-Bueno... sí necesitan algo pueden llamar a un sirviente.
Con su permiso, me retiro.

Y Nina se fue tras cerrar la puerta, dejándome completamente solá con ésa bru... mi maestra.

Ésa señora dio un suspiro sonoro y sacó de su bolso una especie de vara metálica antes de ponerse a caminar alrededor de mí.

¿Será qué está explorando la belleza de su nueva estudiante?

Sí es así, que me admire todo lo que quiera, hasta puedo posar para ella.

Con orgullo de mi belleza me infle de pecho, levante el mentón y coloque mis manos en mi cintura.

-Que vulgar...

Oí ése susurro y frunci el ceño mientras me relajaba.

No sé que significa éso pero oí a Joaquín decírmelo varias veces cuando me veía comer, por lo que puedo deducir que quizás sea algo malo.

-Yo, la gran Madame Nedie, la mejor maestra de todas, teniendo que enseñarle a una simple sirvienta de un señor que ni siquiera es reconocido.

¿Qué clase de nombre es Nedie?

¡Un momento! ¡¿Ella cree que soy sirvienta de Joaquín?!

¡Éso jamás! ¡Él es mi sirviente!

Dispuesta a aclarar las cosas me iba a dar vuelta pero antes de lograrlo sentí como algo golpe mis piernas de atrás.

-A...¡ahh!

Por primera vez un sonido salió de mis labios y fue de dolor.

-En mi presencia parate como una señorita, no como una... niña mono.

Y ésa bruja hija de toda su bruja madre y brujo padre agarraba ésa vara con la que me acababa de golpear mientras me veía con desprecio.

Ése golpe me dejó hasta las piernas temblando y por mi cabeza pasó aquél momento previo antes de llegar a ése castillo.

La luz del castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora