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La noche llegaba luego de ése día y en la cima mas alta del castillo, se encontraba Deimos, mirando su mano derecha con el ceño fruncido.

No sólo perdió ante una humana mimada y de pequeña estatura, sino que también sintió algo raro en ése duelo, algo raro y muy familiar.

Ésa extraña sensación de miedo sofocante sólo la sentio una vez en su vida y fue la primera vez que conoció a Joaquín cuando era un niño, que tuvo que agarrarlo y huir, intentando ignorar con todas sus fuerzas el miedo aplastante que sentía por la criatura que tenían detrás.

-¿Sigues pensativo?

El de ojos rojos oyó la voz de su amigo y lo miró, sentándose a lado del techo, junto a él, frunciendo el ceño.

Joaquín ya no era un niño que necesitaba protección pero... verlo hacer cosas potencialmente peligrosas, lo ponían en modo padre sobreprotector.

El semi vampiro ignoró éso y miró las estrellas.

-Aquel día, cuando tu eras un niño y te rescate, me gritabas y me decías que te bajé y me tuviste gran despreció por un tiempo.
¿Aún me odias por separate de aquellos niños que prácticamente eran tu familia?- preguntó, recordando como el día en que rescató a Joaquín, sólo creyó que era un niño con una gran actitud, y hoy es el mas fuerte de todos y su mejor amigo.

-¿Cómo podría odiarte?
Me salvaste la vida y me cuidaste como sí fuese tu hijo, y pasé a que no sé que sucedió con gran parte de mis compañeros, sé que algunos pudieron hacer su vida, tres de ellos son mis caballeros y uno mi mayordomo.
El objetivo del rey dragón sólo era ella y lo sabes.- respondió el de cabello castaño, sin darle mucha importancia al asunto.

En su niñez, su primer recuerdo es que vivió siendo un experimento para crear al guerrero "perfecto", junto con otros niños.

La mayoría moría al no ser capaces de soportar todo lo que pasaban, pero por suerte, él lo logró y tuvo a alguien a su lado para que no pierda algo mas importante que su vida; su humanidad.

-Aquel día, una rara voz en mi cabeza me dijo que vaya a ése lugar a salvarte y puede que suene raro pero obedeci sin objeción.- explicó Deimos, frunciendo el ceño y recordando ésa suave voz en su cabeza, dándole órdenes que el cumplió como sí estuviese hipnotizado.

Naturalmente sentiría odio por éso pero... no era así, de hecho, sentía curiosidad por saber quién fue la persona que le habló.

-No te atormentes en el pasado, yo no lo hago.- dijo el llamado caballero negro, estirando sus brazos de manera despreocupada.

-Yo sí tengo corazón a pesar de ser un vampiro.- dijo el medio vampiro antes de desaparecer, dejando sólo a su amigo.

Joaquín dio un suspiro profundo y miró la luna, con seriedad.

-Yo también tengo un corazón, sin el no podría estar vivo.- susurro, frunciendo el ceño.

El también tenía sentimientos, pero como le decía Nina, alguien como él sólo debe tener su corazón en el campo de batalla, en nada mas... aunque... éso últimamente se le hacía muy complicado gracias a alguien.

Nadie hubiese pensado que una persona altanera, tocaría al corazón del monstruo para los monstruos.
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Aquí estoy, otra vez en este extraño y oscuro lugar, flotando en la nada, algo fastidiada.

Sólo en tres momentos no se debe molestar por ningún motivo a un ser humano: 1, cuando come; 2, cuando esta en el baño, y 3, cuando esta durmiendo.

-¿Aún estás muy débil?

Ésa molesta voz que intentaba sonar omnipotente se oyó, provocando algo de eco y suspire profundo mientras me cruzaba de brazos.

La luz del castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora