La luz del castillo

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Ya hacía una semana desde que me casé con Joaquín y todo parece estar tranquilo.

Ahora es de noche y estamos acostados, pero él parece no tener sueño.

-Vamos, Luz, sé que eres de pocas palabras, pero mínimo me podrías decir que me quieres, ¿no crees?

Y el muy necesitado de afecto, quiere que le diga que... lo amo.

Me case con él, nos besamos, dormimos juntos y hacemos más cosas, ¿qué le hace creer que no me gusta?

Es algo sumamente vergonzoso, pero supongo que sí se lo digo, me dejará de fastidiar.

Mirando a sus ojos, vi lo emocionado que lucía y frunci el ceño.

Odio tanto tener que decir ésas cosas tan vergonzosas.

-Luz, te amo.
¿Ves? Es algo fácil.

Me dijo como ejemplo mientras sonreía.

Es obvio que es fácil decírmelo a mi, después de todo, soy yo.

-Yo...

Esté tonto, no puedo creer que quiera que le diga algo tan vergonzoso y yo tenga una parte muy en mi interior que se lo quiera decir.

-Yo... te...

Y antes de que pueda pronunciar ésa vergonzosa frase, mi estómago gruño y mi vergüenza fue peor que antes.

-Tengo hambre, ve a traerme algo para comer.

Y con decirle éso, dio un suspiro profundo y se levantó, agotado.

Gracias apetito monstruoso mío, me acabas de salvar de decir algo vergonzoso.

-¿No comes más de lo usual últimamente?
Vas a engordar.

Pudrete, cara de papa con raíces.

Me senté en la cama mientras Joaquín se dirigía a la salida de nuestra habitación, pero se detuvo.

¿Qué? ¿No me digan que ahora ése necesitado de afecto me pedirá un beso cada vez que tenga que salir?

Dándose la vuelta, se acercó rápido a mi mientras agarraba su espada y saltaba sobre mi, abrazandome.

¡Que tengo hambre, traeme comi...

De pronto una fuerte explosión hizo al suelo temblar, mientras Joaquín me agarraba en brazos y salía corriendo.

Piedras de gran tamaño empezaron a derrumbar las paredes del castillo, flechas en llamas empezaron a caer mientras empezaban a quemar todo, con dificultad, Joaquín evadia y se protegía de cada ataque con su espada, protegiendome también a mi.

¿Qué estaba pasando?

¿Quiénes nos estaban atacando?

¿Por qué no podemos vivir en paz?

-¡Draco!

Dando un gritó, llame a Draco quien pronto apareció afuera en su forma de dragón y se puso a detener los ataques mientras todos salíamos.

Afuera, puede ver a la bruja Esmeralda, protegiendo algunos ataques con sus hechizos.

A lo lejos, vi una enorme cantidad de soldados acercándose, mientras todo el personal del castillo ya estaba afuera, algunos heridos mientras los caballeros de Joaquín se acercaban en sus caballos.

Dejándome en un lugar seguro, Joaquín se dio media vuelta y se subió a un caballo que le trajeron y fue a la lucha.

Esmeralda se acercó a mi, protegiendose con un escudo de energía mientras sonreía.