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Si buscan la palabra "sal" en el diccionario Tucusito les va a aparecer una foto mía... Y también les va a poner como significado: Acción de salar, el cual no le servía a uno cuando lo mandaban buscar palabras con el diccionario, pero eso no es lo relevante en esta historia.
Me tocó Minho en el intercambio.
O sea, ¿qué coño de su madre le puedo regalar yo a Minho que me salga del corazón? Verga, 'ta fea la cosa. Al principio pensé en regalarle una botella de alcohol pero después dije que no podía hacer esa gracia, pues.
Me encontraba en el Sambil, sentada en la feria de comida, maquinando para ver qué coño le voy a comprar. Y menos mal que nosotros pusimos un monto porque no sé si les ha pasado en los intercambios que tú llevas una vaina gigantesca cubierta de oro y a ti te regalan un jabón Las Llaves. O también puede ser al revés, que tú das unos Bolibomba y a ti te dan un lingote de oro entonces te sientes como la plasta de mierda más fea del mundo.
Valeria, Ivanna y yo nos pusimos de acuerdo para venir las tres juntas para comprar los betas esos, pero ninguna sabía quién nos había tocado. Aunque primero nos preguntamos si nos habíamos tocado entre sí, pero no contábamos con tanta suerte para que pasara eso.
— ¿Todavía no te has parado de aquí? —me preguntó Valeria sentándose a mi lado. Yo negué— ¿No puedes comprar cualquier mariquerita balurda que se ajuste al monto que dimos? —volví a negar.
—No sé qué hacer —me quejé y pegué la frente en la mesa.
—Yo todavía no he comprado nada pero por lo menos yo caminé por ahí a ver qué lo que. No como Ivanna, que se volvió loca comprando —dijo indiferente.
Me paré de la mesa de golpe y le dije a Valeria que entráramos a algunas tiendas. Nos metimos en una tiendita equis de ropa y Valeria se fue por su lado y yo por el mío. Vi botas, pantalones, camisetas pero nada me gustaba, entonces me dije: ¿Qué usa Minho en su día a día?
Ahí me acordé de algo que él dijo una vez pero me parecía demasiado irrelevante en ese momento, pero ahora me servía. Caminé por los pasillos y me encontré con lo que necesitaba, pero no había en el color que yo quería.
— ¿Puedo ayudarla en algo? —me dijo un chamo al verme buscando y buscando pero no consiguiendo lo que yo quería.
— ¿De casualidad no tiene este pero en azul menta? —le pregunté y él me dijo que iba a ver.
Mientras esperaba, hacía mil oraciones internas, rezaba los misterios del rosario, mil Padre Nuestro, y a su vez les rezaba al Malandro Ismael y a María Lionza para que por lo menos lo tengan en ese color.
— ¿De este color? —me extendió la prenda y CORONAO' CORONAO', nojoda.
Me acerqué a la caja y le pregunté a la chama cuanto costaba y para mi sorpresa costaba dos dólares. Joda, el maldito monto era de mínimo ocho, máximo diez.
