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—Ajá, vengan pues —le grité a Hyunjin y a Jisung que tenían una cara de culo y ladilla espectacular.
—El coño 'e su madre —se quejó Jisung.
Bueno, déjenme que los pongo al corriente de la situación. ¿Se acuerdan cuando le dije a Jisung y a Hyunjin que me tenían que comprar algo por casi quemarme mi jaus? Bueno, a mí de pana que se me había olvidado por todos los acontecimientos y eso, pero ellos no iban a salir lisos de la jodienda esa. Obvio que no.
Yo estoy aprovechando que Hyunjin tiene cobres pa' sacarle la chicha, y Jisung bueno le tuvo que pedir riales a su papá, pero también me sirve. Nos metimos en la tienda de Victoria's Secret y me puse a ver los perfumes más caros.
—Nojoda, no me digas que te vas a poner a probarte lencería de Victoria's Secret —se volvió a quejar Jisung.
Este chamo si es pegao'.
—Jisung, ¿tú ves lencería por aquí? No, ¿verdad?. Me van a comprar el perfume más caro que haya en esta mierda, o al menos uno que no sea tan caro y que huela rico —le reproché.
El castaño se calló la jeta y se puso a oler las muestras de perfume que le daban las tipas que trabajaban ahí.
—Este huele rico —murmuró Hyunjin quien hasta ahora no había dicho nada ya que Jisung se estaba quejando por los dos.
Me acerqué a él y olí el perfume que tenía en la mano. Si olía rico, broder, pero esa mierda estaba más cara, nagüevoná. ¿El Papa Francisco tocó el perfume ese? ¿Con qué estaba hecho? ¿Con las cenizas de Lady Di? Nojoda, mámenlo.
—A la vaina, este cuesta un ojo 'e la cara —y ahí va, Míster queja— Ay no, vámonos de esta mierda. Mejor te compramos un esplach en Farmatodo y borrador —verga, este chamo si se queja.
Pero tenía razón, pues.
Nos salimos de la tienda esa que estaba más sola que la soledad y caminamos hasta Farmatodo. Pasamos derechito para donde estaba la perfumería y me puse a oler otra vez los splash esos que habían ahí.
—Este —Hyunjin se acercó a mí y me extendió un splash de vainilla que olía a gloria— A mí me gusta —culminó encogiéndose de hombros.
—Ese mismo es, bórralo. Vamos a pagar esa mierda y nos vamos —que bolas contigo, Jisung.
— ¿Tú crees que yo me voy a conformar con un splash nada más? 'Tas mal, Jisung, 'tas mal—me reí un poquito porque el castaño volvió a maldecir y una señora se le quedó viendo.
Cuando íbamos a pagar el vergo ese, había una cola larguísima, parecía el Orinoco, y de paso estábamos de últimos. Maldita sea vale. Nos quedamos echando cuento entre nosotros hasta que Hyunjin se salió de la cola y no volvió después de un rato con un dorito XL en la mano.
—Mano, ve a los viejitos que están enfrente —murmuró Jisung con burla.
Hyunjin y yo nos vimos la cara y después vimos para el frente disimuladamente para ver a los viejitos. Era una pareja de ancianos bastante común. El pelinegro y yo nos volvimos a ver con confusión.
