Capítulo 8: escape

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Después de lo que sucedió en Masai, les ofrecieron un gran banquete a todos por ayudarlos a acabar con esa gran amenaza, ahora Zulú tenía los poderes de Himba y unos restos de los poderes de Mukuru, por lo que Nuba no lo pensó dos veces para dejarlo a cargo como el nuevo protector de la aldea, pues parecía que su maestro ahora vivía en él.

Llegaron a Gaiacorp en dos días, pues se quedaron a festejar, no había pasado nada fuera de lo usual en las ciudades aéreas, y desde entonces, parecían un verdadero equipo, ahora todos entrenaban con todos, formaron fuertes lazos de amistad, y los hombres les enseñaron a las mujeres a controlar su energía espiritual.

Para Doremi esto no era un gran problema, pues ella ya sabía controlar la magia, por lo que ella también les ayudó a mejorar sus habilidades con esto que era nuevo para ellos. Todo parecía estar muy tranquilo, y el futuro pintaba un mejor horizonte.

Pero Archi y Damián no estaban del todo conformes, pues no podían sacar de su mente las palabras de Mukuru, palabras como "Yum-Kimil", "Abadon", "Metatron" sabían que significaba algo, así que se pusieron a investigar, pero los resultados no parecían satisfactorios para ellos, pues al parecer no tenían lógica alguna.

Todo estaba en orden, pero dentro de la cárcel submarina, todo era muy diferente.

Alcatraz era el nombre de dicha prisión, en un mundo perfecto como Gaia, solo podían existir criminales de lo peor, seres indeseables que solo llevaban maldad dentro de ellos, quienes no dudarían en matar lo primero que se les pusiera en frente. Al ser tan peligrosos, desde que entraban ahí eran criogenizados en cámaras de congelamiento. Para ese momento, la tecnología de criogenización era perfecta, pues podían detener el envejecimiento de las células, y estás mismas, al no moverse, no necesitaban energía para vivir, simplemente estaban frenadas. Nada salía de esa prisión, y todo parecía perfecto, pues eran pocos los reclusos, debido a la mentalidad de toda la gente. Entre ellos estaba Peter, el sacerdote que intentó recrear la iglesia católica en Gaia, se veía exactamente igual que hace 3 años, estaba consciente de que estaba congelado, lo que le permitió explorar los rincones de su mente, así como también le dio tiempo para meditar, y de ese modo entrenar su energía espiritual, y en todo ese tiempo pensó en una cosa: venganza.

Unas cuantas cápsulas al lado de él, se encontraba Yen, el general de los ignugar, el cual era considerado el criminal más peligroso, pero él no tenía consciencia alguna, más bien parecía como un cascarón, algo vacío, apagado, como una computadora esperando a que ingresarán un código para activarse.

Hasta que ese día llegó, a los oídos de Yen se escucharon las palabras "ha llegado la hora, Yum-Kimil lo espera"; esto fue suficiente para que Yen despertara, sus ojos se abrieron, y su monitor de signos vitales empezó a emitir un sonido, algo que no pasaba con ningún otro prisionero. Yen se descongeló, su cuerpo emitía una gran cantidad de calor, por lo cual, desde los monitores, los carceleros intentaban regular la temperatura, incluso su cápsula llegó a estar en el cero absoluto, pero Yen aun así no volvía a congelarse, y, a pesar de estar encerrado en una gruesa capa de hielo y en su prisión, salió de ahí en 5 minutos, pero afuera de su prisión había aproximadamente 50 hombres, armados con pistolas y demás armas de fuego, plasma y láser, hombres perfectamente entrenados en la pelea cuerpo a cuerpo, todos sabían utilizar su energía espiritual, pelearon contra él, pero era demasiado rápido, algunos caían inconscientes, otros le daban pelea, estaban a punto de neutralizarlo.

¡Ja! Estás acabado –dijo un soldado que tenía acorralado a Yen-

Yo no estaría tan seguro de eso –contestó con una sonrisa Yen- punto cero –susurró este último, y se movía tan rápido, que el tiempo parecía congelarse, empezó a descongelar a todos los prisioneros de Alcatraz-

Gaia: NeogenesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora