Capítulo 24: Sacrificio.

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Santiago y los sicarii comenzaron a invadir el territorio, pensaban que sería pan comido acabar con todos en ese lugar, hasta que se toparon con la enorme pared impenetrable que representaban los Aztlanes, quienes combatían sin piedad, contrarrestaban todos los intentos de ataque que los sicarii realizaban, pero no fue así por mucho tiempo, pues los invasores de inmediato tomaron control de la situación, pues en un lugar selvático como ese, había mucha sombra, por la cual ellos podían escabullirse sin ser percibidos o tocados.

Al ver sus movimientos, los Aztlanes supieron hacia donde se dirigían sus invasores: la pirámide donde se encontraban el agua del cosmos y el humo de Tezcatlipoca, si estas dos armas caían en manos equivocadas, tiempos oscuros azotarían el planeta de Gaia hasta su completa extinción, por ello mismo, los Aztlanes debían detenerlos a toda costa.

Archi se acercó al jefe de ellos, para intercambiar un par de palabras, pues el Guardián sabía que, si lo derrotaba a él, todos los demás retrocederían.

¿Quién eres tú, y por qué estás aquí? -Dijo Archi en un tono demandante- ­­­pensé que, al derrotar a Peter, ustedes dejarían de molestar.

Pues te has equivocado –respondió burlón su interlocutor- nosotros jamás nos daremos por vencidos, hasta tener de nuevo todo el poder que se nos arrebataron –dijo el sacerdote sacando el santo grial.

Pues debieron haberse quedado como estaban, porque ahora no solo se quedarán sin poder, también se quedarán sin sus vidas –dijo Archi muy molesto, activando con esto su modo metal blue diamond.

Santiago era un hombre joven, tenía aproximadamente 23 años de edad, su cabello era color castaño y rizado, su piel era blanca, casi pálida, y sus rasgos eran algo toscos, tenía un traje color vino puesto.

Archi procedió a atacar a su rival, era demasiado rápido, tomó impulso y dirigió un fuerte puñetazo al rostro del sacerdote, el cual dio de lleno, haciendo que su nariz sangrara, haciendo que cayera de rodillas en el piso.

¿Cómo te atreves a tocarme bestia? Ahora conocerás el verdadero poder de tu creador –dijo Santiago y levantando la copa que tenía, la acercó a sus labios y dio un gran sorbo, bebiendo su contenido.

En ese momento su cabello se volvió cano y lacio, y arrodillado en el suelo comenzó a escupir borbotones de sangre, pero unos segundos después se volvió a incorporar a la pelea, ahora fue el quien dirigió una patada al rostro de Archi, la cual dio efectivamente, levantándolo del suelo unos centímetros.

Archi estaba confundido, pues sus reflejos no habían alcanzado a percibir ese último ataque, no sabía de qué se trataba, pero activó su modo hibrido, y lo atacó de esta manera, atinando su ataque por muy poco, pues Santiago estuvo a punto de esquivarlo.

En otro lado de Aztlán, los guardines peleaban arduamente, al igual que los guerreros del lugar, pero los sicarii eran oponentes demasiado hábiles en la batalla, pues al hacerse uno con las sombras, era muy difícil identificar su posición, además de que la arena que ellos controlaban, absorbían cada impacto que les intentaban dar.

Buru y Damián estaban frente a la pirámide central, mientras que los demás guardianes estaban frente a ellos, eran la última línea de defensa para evitar que los sicarii entraran al lugar.

Luego de un par de intentos de ataques fallidos, tanto Buru como Damián se dieron cuenta de la debilidad de los invasores, y es que luego de salir de las sombras, debían esperar un par de segundos para utilizar las arenas que dominaban con tanta maestría, y en esa pequeña brecha de tiempo, eran vulnerables a todo tipo de ataques, además de que en los lugares donde había luz, los sicarii salían instantáneamente de las sombras, hasta que encontraban un área donde hubiera alguna sombra.

Gaia: NeogenesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora