Distracción y Batalla

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-Frodo ha pasado el umbral de mi visión -decía Gandalf-. La oscuridad es más profunda.

-Si Sauron tuviera el anillo ya lo sabríamos -objetó Aragorn.

-Es solo cuestión de tiempo -replicó el mago. En la sala del trono de Minas-Tirith estábamos ellos dos, Legolas, Eomer, Gimli sentado en el trono, y yo-. Ha sufrido una derrota, sí, pero... Tras los muros de Mordor el enemigo se reagrupa.

-Que no salgan de ahí -habló el enano mientras fumaba-, que se pudran. ¿Por qué preocuparse?

-Porque diez mil orcos ahora se apostan entre Frodo y el Monte Del Destino -contestó Gandalf-. Le he enviado a su muerte -añadió tras una breve pausa.

-No -dijo Aragorn volviéndose al mago-. Aún queda esperanza para Frodo. Necesita tiempo y un paso seguro a través del llano de Gorgoroz. Eso podemos dárselo.

-¿Cómo? -cuestionó Gimli. Aunque yo empezaba a ver el plan que se trazaba en la mente de mi hermano.

-Haciendo que Sauron saque a sus tropas -contesté haciendo que todas las miradas se posasen en mí-. Vaciando su tierra.

-Así es -corroboró Aragorn-. Reuniremos a nuestros ejércitos frente a la Puerta Negra.

Gimli se atragantó con la pipa y todos lo miramos.

-No alcanzaremos la victoria con la fuerza de las armas -comentó Eomer dando unos pasos al frente.

-No para nosotros -explicó Aragorn-. Pero quizá así Frodo lo consiga si mantenemos el ojo de Sauron fijo en nosotros.

-Evitar que vea cualquier otro movimiento -añadí.

-Distraerle -sentenció Legolas. Asentí.

-Certeza de muerte, mínima esperanza de éxito... -enumeró Gimli-. ¿A qué esperamos?

-Sauron sospechará de una trampa -razonó Gandalf-. No morderá el cebo.

-Yo creo que sí -replicó mi hermano.

(...)

Aragorn había cambiado sus ropas a las de Gondor, con el árbol blanco en el pecho, cuando salimos a caballo desde Minas-Tirith junto a una grana hilera de guerreros. Tras discutir bastante sobre si iba a la batalla o no, Legolas aceptó. Fue de las pocas veces que tuve que discutir mi presencia en un campo de batalla con alguien que no fuera mi hermano.

Avanzábamos a paso ligero hasta llegar a la Puerta Negra. Nos colocamos mirando todos a Mordor, los que montábamos a caballo delante de los de a pie.

-¿Dónde están? -preguntó Merry al rato.

Nos miramos y los jinetes nos acercamos a galope a la puerta. Una vez al pie de la entrada de Mordor mi hermano gritó:

-¡¡Convocamos al señor de la Tierra Negra!! ¡¡El peso de la justicia debe caer sobre él!!

Durante un rato no ocurrió nada hasta que la puerta se abrió y apareció un jinete oscuro montando un caballo negro como una noche sin estrellas ni luna.

-Mi amo, Sauron el Grande, os da la bienvenida -habló el jinete enseñando unos afilados dientes-. ¿Hay alguno entre esta chusma con autoridad para tratar conmigo? -inquirió.

-No venimos a hacer tratos con Sauron, desleal y maldito -dijo Gandalf-. Dile esto a tu amo: Los ejércitos de Mordor deben replegarse, él abandonará estas tierras para nunca regresar.

-Viejo Barba Gris -se burló el jinete-. Tengo un recuerdo que me muero por mostrarte.

Enseñó una cota de malla que reconocimos al instante. Era de Mithril. Frodo...

Cierto "Orejas Picudas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora