El puente de Khazad Dum.

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Caminamos por aquel pasillo hasta que Gimli se separó y se adentró en una sala. Tenía las puertas entornadas, flechas clavadas en las maderas de la entrada y, cuando entramos, comprobamos que había varios cadáveres. Debía de ser la tumba de alguien.

Entramos en la sala y encontramos al enano llorando ante una tumba. Gandalf se acercó y se inclinó para leer la inscripción que rezaba en la superficie.

-"Aquí yace Balin. Hijo de Futin. Señor de Moriä." Ha muerto entonces. Tal como yo temía.

Gimli seguía llorando mientras Gandalf cogía un libro que un esqueleto tenía entre sus manos. Lo abrió y lo ojeó.

-Debemos continuar -informó Legolas-. No podemos detenernos.

-"Han tomado el puente y la Secta Sala" -leyó el mago del libro-. "Atrancamos las puertas. Pero no podremos frenarlos por mucho tiempo. El suelo tiembla. Tambores. Tambores, en lo profundo. No podemos salir. Una sombra se mueve en la oscuridad. No podemos salir. Ya vienen."

Un hobbit, tenía que ser el de siempre, tocó un cadaver que cayó de espaldas junto con un cubo y una cadena por un pozo provocando un gran escándalo en todas las minas con el eco de la caída. Todos aguantamos la respiración mientras se escuchaba caer los objetos y el cuerpo. Cuando el ruido cesó, suspiramos ligeramente aliviados, pero aún en guardia.

Gandalf se volvió hacia él.

-Tú, insensato. Tírate tú la próxima vez y líbranos de tu estupidez.

Se oían pasos, ruidos. Cada vez más próximos. Algo se dirigía hacia nosotros. Hacia esa sala. Sam se dirigió a Frodo, que desenfundó ligeramente su daga para mirarla. Me fijé en que brillaba. ¿Era eso normal?

-Orcos -alertó Legolas.

Boromir se acercó a la puerta y una flecha casi le alcanzó, clavándose en la madera de la puerta.

-¡¡Atrás!! -gritó Aragorn a los hobbits-. ¡¡No os separéis de Gandalf!!

Se acercó a la puerta y junto con Boromir la cerraron.

-Tienen un troll de las cavernas -informó el pelirrojo.

Legolas y yo les pasamos hachas a Boromir y Aragorn para que bloquearan la puerta lo que pudieran.

Nos colocamos alrededor de la tumba y todos desenfundamos las espadas. Los orcos se colocaron en la puerta y empezaron a golpearla para intentar abrirla.

-Dejad que entren -gruñó Gimli desde encima de la tumba con el hacha en la mano. Lo entendía: quería vengarse. Yo también querría si fueran ellos los que mataron a mis padres-. Aún queda un enano con vida en Moriä.

Aragorn y Legolas se prepararon con arco y flechas, Boromir con su espada y un escudo, yo con una daga y una tapa de madera como escudo provisional, los hobbits con sus dagas en guardia, pero asustados, Gimli con ganas de matar orcos y Gandalf, preparado, como todos, para lo que se nos venía encima.

Los orcos intentaban derribar la puerta para entrar. Introdujeron las armas. Lograron hacer un agujero en la madera, pero Aragorn y Legolas dispararon y acertaron en el hueco, derribando a uno de los seres que nos esperaban al otro lado de la puerta.

Casi en ese mismo instante, las puertas se abrieron y decenas de orcos llenaron la sala. Aragorn y Legolas dispararon a unos cuantos antes de que empezara el combate cuerpo a cuerpo. Los orcos y Gimli con sus hachas y nosotros con espadas y dagas. También había algunos orcos que levaban espadas, pero la mayoría portaban hachas. Como el último enano de Moriä.

La batalla con los orcos, con bajas suyas por cuchilladas o decapitaciones, no duró mucho. Escuchamos un fuerte ruido y un orco entró con una cadena en las manos. El metal estaba atado a un troll de las mazmorras que entró con la cadena atada alrededor del cuello.

Cierto "Orejas Picudas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora