Cierto "Orejas Picudas"

El paso de Caradhras.

-Dos, uno, cinco. Bien... Muy bien.

-Mueve esos pies.

-Muy bien, Pippin.

-Gracias.

-Más rápido. Más rápido.

Los pequeños hobbits, Pippin y Merry, practicaban el manejo de la espada con Boromir. Parecía buen hombre. Y se le daba bien la espada. Podría tener buen futuro como maestro de lucha o defensa con armas.

-Si a alguien le interesa mi opinión, y ya veo que no, diría que estamos dando un rodeo -se quejó el enano-. Gandalf, podríamos atravesar Las Minas de Moriä. Mi primo Balin, nos daría una bienvenida de reyes.

-No, Gimli -contradijo es mago-. No tomaré el camino de Moriä a no ser que no tenga elección.

Legolas se asomó a las montañas sobre una roca, observó y suspiró. Me acerqué y coloqué a su lado.

-¿Qué ocurre, Legolas?

Miré en su dirección y vi una gran nube negra que se acercaba velozmente hacia nuestra posición. Miré a los luchadores y los encontré haciendo el tonto.

-¿Qué es eso? -escuché a Sam.

-Será solo un jirón de nube -gruñó Gimli.

-Se mueve veloz -objetó Boromir-. Y contra el viento.

-Vienen de Las Tierras Brunas -informó Legolas.

-¡¡Escondeos!! -gritamos Aragorn y yo.

-Merry, Pippin -llamaba Boromir.

-Frodo, Sam -decía mi hermano-. A cubierto.

Nos escondimos entre las rocas. Yo entre Frodo y Aragorn debajo de una roca enorme.

La "nube" pasó cerca de todos y comprobamos que eran cuervos. Parecía que rastreaban el lugar. En cuanto pasaron de largo salimos de nuestros escondites y miramos a la bandada que se alejaba.

-Espías de Saruman -informó el mago-. El paso del Sur está vigilado. Tomemos el paso de Caradhras.

Todos miramos hacia las montañas que miraba Gandalf. Eran unas montañas enormes y nevadas. Pero no teníamos otra opción.

Empezamos a subir y Frodo se cayó en un momento. Aragorn y yo íbamos los últimos, lo cogimos a tiempo y lo levantamos, pero se le cayó el anillo. Boromir lo cogió y lo miró curioso. Todos se pararon y giraron para ver qué pasaba.

-Boromir -lo llamé.

-Que extraño destino tener que sufrir tanto miedo y dudas por algo tan insignificante -hablaba como un loco sin apartar la vista del anillo-. Tan irrisorio.

-Boromir -dijo mi hermano con voz firme haciendo que volviera a la realidad-. Devuelve el anillo a Frodo.

Se acercó vacilante y le puso el anillo delante al hobbit, que lo cogió rápidamente.

-A sus órdenes. No lo quiero.

Lo fulminamos con la mirada y este le revolvió el pelo al mediano. Aragorn tenía la mano en la empuñadura de su espada, listo para desenfundarla. Le cogí del brazo para que la soltara y se relajara un poco. Una vez arreglados los problemas con Boromir, seguimos avanzando por las montañas nevadas.

(...)

Nevaba con fuerza y yo iba justo delante de Legolas. Hacía mucho frío pero seguíamos andando. Teníamos que llegar a Mordor para poder destruir el anillo, de una vez por todas.

Por el camino tropecé y caí de rodillas. Legolas me ayudó a levantarme.

-¿Estás bien? -asentí. Se adelantó para inspeccionar el camino y habló para todos-. ¡¡El viento arrastra una voz cruel!!

-¡¡Es Saruman!! -gritó Gandalf. En ese momento, la montaña crujió y cayeron rocas sobre nuestras cabezas. Nos aproximamos lo máximo que pudimos hacia las montañas y las rocas cayeron a nuestro lado, precipitándose al vacío que teníamos al lado contrario.

-¡¡Intenta derrumbar la montaña!! -exclamó Aragorn-. ¡¡Gandalf!! ¡¡Debemos volver!!

-¡¡No!! -contradijo el mago.

Se adelantó y conjuró un hechizo. Un rayo aterrizó sobre la montaña rompiendo otro pedazo que se precipitó hacia nosotros. Nos cubrimos, pero la nieve nos cayó encima.

-Frodo -escuchaba desde arriba-, Sam.

Me asomé y mi hermano, que ya estaba fuera, me ayudó a quitarme la nieve que impedía mi salida. Boromir se dirigió a Gandalf.

-¡¡Debemos descender de la montaña!! ¡¡Tomemos el paso de Rohan y crucemos el filo de oeste hacia mi cuidad!!

-¡¡El paso de Rohan nos acerca demasiado a Isengard!! -grité.

-¡¡Si no podemos pasar sobre la montaña, pasemos bajo ella!! -sugirió el enano-. ¡¡Atravesemos las minas de Moriä!!

-Que el portador del anillo decida -contestó Gandalf. Todos miramos a Frodo.

-¡¡No podemos quedarnos aquí!! -gritó Boromir-. ¡¡Sería la muerte para los hobbits!!

-Frodo...

-Atravesaremos las minas -dijo el portador.

-Sea así -comentó el mago.

Descendimos de la montaña y seguimos a Gandalf que marcaba el camino hacia las minas de Moriä.

(...)

Es menos extenso pero no hay mucho que contar del paso de Cardhras. El siguiente capítulo tiene más información, y, por lo tanto, es más extenso que este.