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El final del año escolar siempre era un caos, pero el de 1996 fue especialmente perturbador para Jimin. Primero estaba el hecho de su cortejo con JungKook, el anuncio había sido un tema candente durante unos días en Hogwarts. La mayoría de los slytherin miraban con recelo a Jimin por haber aceptado el cortejo de un traidor a la sangre, y los gryffindor hacían lo mismo con JungKook, por estar con un purista de sangre.

Luego estaban sus EXTASIS, Jimin estuvo irritable toda la semana que los entregó, su nariz siempre estaba enterrada en sus libros y apenas podía dormir. Lyra fue la encargada que siempre se asegurara de comer algo y que tuviera una poción en la mano para cualquier dolor de cabeza que tuviera. Ahora, Jimin descansaba al saber que hizo todo lo que pudo pero estaba con los nervios de punta por los resultados.

Y por último estaba el desastre en el ministerio. Potter y sus amigos yendo a una misión suicida frente a un grupo de mortífagos. Por suerte Jimin no había sido llamado a la última reunión que hizo el Señor Tenebroso, pero por la rígida postura que tenía Snape al día siguiente supo que el mago oscuro no estaba de buen humor. Draco estaba más volátil que nunca y se podía ver lo humillado que se sentía cuando en El Profeta se publicó que Lucius Malfoy estaba en Azkaban. Jimin presentía que su primera parada después de abandonar el colegio sería la mansión Malfoy y no su casa.

— ¿Estás emocionado? — Lyra se dejó caer a su lado con una gran sonrisa. La sala común estaba casi abandonada, mientras que la mayoría estaba en el Gran Comedor esperando por el último banquete del año escolar, los únicos que quedaban eran los alumnos de séptimo año. Quienes tenían los minutos contados en el castillo.

— Emocionado no sé si sería la palabra — Mira a su amiga. Lyra hacía gala de sus mejores túnicas escolares, su cabello perfectamente peinado seguía teniendo sus ondas que combinaban con su color rubio. — Pero tú sí que estás emocionada.

— Bueno, no me importan los resultados de mis EXTASIS, después de todo el próximo mes me casaré con Adrian — Lyra sonríe y Jimin no pudo evitar devolvérsela. — Andando, Snape hablará con nosotros.

Tomando su mano, lo jala para levantarse del sofá al mismo instante que Snape entraba a la Sala Común. Los demás alumnos se comenzaron a agrupar alrededor del jefe de casa, quien los esperaba para poder tener unas últimas palabras con quienes dejarían de ser sus alumnos esa noche. Snape se tomó su tiempo para mirarlos uno por uno, como si en silencio él los estuviera analizando y prediciendo que harían en su futuro, en especial con quienes ya eran mortífagos marcados.

— Me atrevería decir que la mayoría de ustedes apenas estuvieron a la par de lo que se esperaría de la mayoría de los slytherin, pero creo que salieron airosos de unos años difíciles y sobre todo, los que vendrán — Snape les hablaba con su tan característica voz sedosa, la misma que Jimin escuchó cuando tenía 11 años. — Como su profesor y jefe de casa se supone que debería de alentarlos sobre los magníficos magos y brujas que se convertirán, pero la mayoría aquí ya conoce su lugar en nuestra sociedad así que lo único que me parece... Prudente decir es que espero que sepan jugar bien sus cartas. Ahora, al comedor.

Todos comenzaron a abandonar la sala común justo detrás de su jefe de casa, a medida que se acercaban al comedor veían a los demás alumnos de séptimo siguiendo a sus respectivos jefes de casa hacía el comedor. Cada uno portaba su túnica con orgullo y cuando los alumnos entraban al comedor eran recibidos por todas las casas, tal cual como sucedía con los alumnos de primer año a comienzo del ciclo escolar.

La última cena en el castillo se sintió agridulce, una parte de él no quería dejar el colegio, tenía tantos recuerdos en el lugar y también había sido su refugio cuando no podía con sus padres, pero también ansiaba tener un vida afuera y ver si lograba sobrevivir en la ahora oficial segunda guerra.

Neon →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora