Saber qué susurrarle al oído a una bruja era una especialidad de Jimin. De pequeño sus maestros e institutrices le enseñaron todas las etiquetas sociales, pero su madre siempre fue la peor. Cada vez que hacía algo que no le gustaba lo manifestaba de alguna forma. Una mirada aguda. Una sonrisa apretada. El agarre más fuerte en su brazo. Todas esas señales hicieron de Jimin el hombre que era hoy en día, uno que se podía pasear con aristocracia entre la élite mágica sin dobles miradas o murmullos detrás suyo.
— Muchas gracias, señora Malfoy — Con gratitud besa el dorso de su mano. — Cada vez que paso una noche en su hogar, sólo recuerdo lo gran anfitriona que es.
— Siempre eres bienvenido Jimin — Narcissa le sonríe con elegancia y una pizca de simpatía. — Y me alegra saber que ustedes dos disfrutaron de su estancia.
Quizá era inútil jugar algunas cartas a favor de los Malfoy, sobre todo sabiendo lo bajo que habían caído entre los favoritos del Señor Tenebroso, pero nunca estaba demás detenerse a hablar con la familia que en un momento fue cercana a la suya.
JungKook estaba a su lado sin saber muy bien cómo actuar. Su pequeño amor nunca había tenido tantos roces sociales como el mismo Jimin, y aunque era bastante competente con sus normas de etiqueta, carecía de la naturalidad que Jimin trabajó durante años.
Vigilando a JungKook por el rabillo del ojo, quien se esforzaba por replicar sus mismas palabras a Narcissa Malfoy, Jimin se alejó para tener un poco de privacidad con Draco. El joven Slytherin aún flaqueaba al lado de su madre, sin poseer la carismática chispa de Lucius.
— Vendré el treinta — Murmura solo para que Draco lo escuchara. — Es la única fecha en la que puedo pasar a visitarte y hablar contigo, tengo mi horario un poco apretado.
Draco palideció más de lo que ya era naturalmente. — ¿Hora?
— No lo sé — Jimin suspiró agotado. — El veintiocho me reúno con el Señor Tenebroso en mi hogar, no tengo idea qué querrá enseñarme o decirme. Trataré de venir temprano, pero dependerá de si me puedo mover o no.
Los ojos grises de Draco lo miraron con especial atención, entendiendo la implicancia de sus palabras, el Malfoy más joven no era ajeno a los horrores que podía someter el Señor Oscuro. Cuando se despidieron, antes que Jimin partiera de la mansión con JungKook, el apretón de manos que compartieron fue más largo de lo normal.
JungKook había estado especialmente callado aquella mañana, desde el momento que se despertaron juntos, no cruzaron muchas palabras, y Jimin creía que podía ser por pasar la noche en la sede del Señor Oscuro o por todos los eventos que sucedieron la noche anterior (Jimin revelado como asesino. Ver a los ojos al Señor Tenebroso. Mostrar una supuesta lealtad al lado oscuro de la guerra. JungKook dándole un orgasmo. JungKook diciéndole que lo ama). Todavía no estaba seguro, pero le molestaba el silencio.
Jimin los apreció a ambos frente a la mansión Jeon. Cuando JungKook caminó hacia la entrada de su hogar, Jimin se quedó atrás.
— Tengo que irme — Tenía que bañarse y cambiarse de ropa para hacer una visita a la mansión Pucey, le debía una conversación a Lyra. Jimin no mentía al decir que los siguientes días tenía millones de cosas por hacer.
JungKook se detiene unos pasos frente suyo y por unos segundos Jimin pensó que no diría nada y terminaría su reencuentro así, pero finalmente el sol salió y JungKook se giró para besarlo mientras sostenía su rostro entre sus manos. Sin lengua, sin pasión, solo un toque de labios reconfortante para calmar el momento, tomando desprevenido al mayor. JungKook se alejó y se miraron a los ojos, conteniendo la respiración por el miedo de las palabras no dichas.

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Neon →kookmin
FanficEn la Inglaterra Mágica solo existen dos familias coreanas, los Park y los Jeon, ambas familias con unas largas líneas de sangre pura bien conocidas en la comunidad mágica, pero con ideales muy distintos. Mientras que los Jeon siempre han apoyado la...