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— ¡Lograste llegar a tiempo! — JungKook sonríe mostrando todos sus dientes y Jimin no pudo evitar corresponderle.

— ¿Cómo podría no venir a verte? Hoy vuelves a Hogwarts y es tu cumpleaños.

Jimin extiende su mano y sostiene la de JungKook. Aunque se moría de ganas por darle un beso, no se sentía cómodo haciéndolo en una estación de tren repleta de estudiantes de todas las edades, junto a sus padres. Era extraño volver a King's Cross sabiendo que esta vez no tomaría el expreso hacia Hogwarts, pero esta era su última oportunidad para ver a JungKook es mucho tiempo antes de partir a Suiza.

Ignoró las miradas curiosas que los veían juntos, los susurros de algunos alumnos y adultos que conocían sus familias, tampoco pasó desapercibida la forma en la que los padres de JungKook se alejaron un poco de ellos sin siquiera reconocer al Slytherin. A pesar de ello, Jimin simplemente centró su mirada en JungKook quien usaba unas prendas muggles informales, casi sonrió, y en vez de ello le tendió un paquete rojo envuelto en una cinta dorada.

— Feliz cumpleaños — Murmura suavemente.

— Muy Gryffindor ¿no? — JungKook ríe entre dientes al ver los colores y Jimin vuelve sus ojos en blanco. Soltando su mano abre el regalo ansioso como un niño pequeño. Los ojos grises de JungKook brillan cuando ve los guantes de cuero de dragón, la última tendencia para jugadores de quidditch, sobre todo entre los jugadores profesionales. Aunque le habían costado algunos galeones, valía la pena. — Tienen mis iniciales — El pulgar a JungKook acaricia el costado de los guantes, al ver las letras doradas.

— Puede que no me guste el quidditch y ciertamente no disfruto verlo, pero tú lo adoras — Se encoge de hombros restándole importancia, no es como si hubiera estado frenético hace una semana tratando de encontrar el mejor regalo. — ¿Te gustan?

— Me encantan — JungKook estuvo a punto de inclinarse para besar sus labios, pero se detuvo a mitad de camino y solo sonrió, parecía que se acababa de recordar dónde estaban. La idea de saber que JungKook también olvidaba todo cuando estaban juntos, calentó el corazón a Jimin. El Slytherin ofreció su mano y entrelazaron sus dedos compartiendo una sonrisa cómplice. — ¿Vendrás a verme?

Jimin no le había contado todas las implicaciones de su viaje, pero tampoco le pudo ocultar el hecho que saldría del país durante una buena cantidad de tiempo. — Trataré, por lo menos para las fiestas de final de año.

JungKook asiente y le sonríe levemente, Jimin sintió algo derretirse dentro suyo ante la imagen, pronto, y sin darse cuenta, había desarrollado una fuerte debilidad por el Gryffindor.

El menor estaba sosteniendo su mano cuando comenzó a temblar, en un comienzo fue leve y desapercibido, pero lentamente el ceño de JungKook se frunció y bajó la mirada confuso. La mano izquierda de Jimin temblaba levemente pero con regularidad, casi en intervalos de cinco minutos. Inevitablemente JungKook lo notó.

— ¿Qué sucede? — Alzando las manos entrelazadas, JungKook señala la de Jimin. — ¿Por qué...

Jimin miró con súplica a su mago, sintiendo que su propio cuerpo lo acababa de traicionar. Estaba tratando de alejar lo más posible a JungKook de los horrores que significaban ser mortífago, y aún no quería verlo sufrir por todas las cosas que hacía o las cosas que le hacían. Pero quizá JungKook no era tan ajeno como pensaba, solo bastó la mirada dolorida de Jimin para que supiera.

Cruciatus — Susurra con un gemido ahogado acompañado de una expresión de horror en sus ojos y rostro. — Jimin... ¿Por qué no me lo dijiste?

Abrió los labios para hablar, pero el último llamado a abordar el expreso fue fuerte y eso lo salvó. Aún no tenía el corazón para ver a JungKook desmoronarse por las atrocidades que había hecho. — Quizá sea mejor que vayas.

Neon →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora