Capítulo 14

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V i o l e t a
📍 California, Estados Unidos.

—Buenos días Violeta... ¿cómo te encuentras?

Mi cuerpo se tensó al notar el tacto de la mano de Ian contra mi piel. Respiré hondo tratando de buscar una buena respuesta y este apretó un poco su mano intentando dar ánimo donde no lo había:—Bien.

—Se que quedamos en que dormiría en el sofá pero pasé para entrar al cuarto de baño y me fue inevitable verte tan dulce e inocente durmiendo y no acercarme a ti. De hecho, es inevitable en sí—me giré para entender que es lo que estaba diciendo Ian y me lo encontré perfectamente acoplado en la cama donde yo estaba durmiendo.

Me despegué de él hacia un lado y me desperecé haciéndome la tonta. Alcancé mi móvil que se encontraba en la mesita de noche y miré la hora.

—¡Maldita sea!—grité viendo que era muy tarde—¿Porqué no me avisaste que eran las nueve?

—Apagué tu alarma pensando en que te gustaría estar más tiempo conmigo, aquí... los dos juntos.

—Dios no, no estamos aquí de vacaciones. Tengo una entrevista en dos horas—me quejé y me recompuse rápidamente de la cama sentándome en la orilla de esta—Debo vestirme, sales de la habitación-... ¿por favor?

—No sería la primera vez que te veo desnuda, Violeta. Hazlo, no te juzgaré ni le contaré nada a Calum—soltó para luego soltar una risita—Lo siento, fue bastante gracioso la manera en la que te fuiste anoche del restaurante. Sois tan... ¿inestables?

—Lo que tú digas, Ian—rodé mis ojos y antes de salir de la habitación en busca de la de Victoria. Tomé mi un abrigo y lo eché sobre mis hombros tratándome dar algo de calor.

—Te aconsejo que debes dejar de buscar la felicidad donde la perdiste. Recuérdalo.

—Por eso me voy de aquí.

Y cuando abrí la puerta de la habitación, todo paso rápido.

Me encontré a escasos centímetros cara a cara con un rostro que era familiar para mí.

Sus cejas gruesas estaban despeinadas y así representaban cólera por parte del morocho. Su pelo castaño oscuro estaba hoy ondulado, pero sin embargo lo primero que divisé fue la mandíbula, la cual se tensaba cada vez más.

Una vez que analicé las facciones más prominentes de Calum, pude terminar en sus ojos: Marrones y pequeños. Llenos de rabia y enojo.

—¿Acaso has olvidado que tienes una entrevista en menos de dos horas?

—Buenos días a ti también, Hood.

—¿Qué pasó? ¿no té dejó salir de la cueva?—habló de manera irónica ahora sin dejar de dar el aspecto de que también se levantó con mal pie. Anduve varios metros hacia adelante mientras el morocho seguía mis pasos.

—Si vas a reírte de mis problemas, mejor vete a joder con Juliet, a ambos os gusta—dije para luego pulsar el botón del ascensor con fuerza mostrándome dura hacia él. Calum rápidamente chasqueó su lengua y se arrepintió.

—Oye no quería-...

—Ya me hiciste mierda Calum, ahora ¿dejas qué me marche?

Dicho esto, las puertas del ascensor se abrieron y me adentré en ellas. El morocho se quedó estático, tal y como si sus pies estuvieran pegados con pegamento al suelo. Las compuertas se volvieron a cerrar otra vez en su cara haciendo que este tuviese que esperar de nuevo unos minutos más a que llegara el elevador a su planta.

Violeta Jackson | 5SOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora