Una semana. Había pasado una semana desde la última vez que vio a Harry regenerándose una y otra vez luego de ser herido en batalla. Una semana desde que a Niall le rompieron el cuello y, sin demasiado inconveniente, volvió a la vida. Una semana desde que había ido a la universidad o al trabajo por última vez.
El ojiazul se sentía drenado. Ya había llorando todo lo que tenía para llorar, ya había gritado, se había dejado la barba, aunque tampoco es que tuviera mucha, había pasado un par de días bañándose tres veces y frotando su piel hasta que estuvo roja. Ya había ignorado llamados al teléfono de su casa, había ignorado mensajes que le mandaban al teléfono de su madre. Ya había ordenado todo lo que había que ordenar y limpiado todo lo que había que limpiar. Y finalmente... la nada misma.
Estaba agotado emocionalmente, con el corazón roto, perdido, insignificante y tenía la sensación aquella de que jamás volvería a estar seguro. No había nadie que lo protegiera si Dios, el Diablo, los ángeles, arcángeles o demonios, decidían que hoy iba a ser su fin o el de su familia, y aún así, no encontraba la forma de terminar de resignarse. Era como el último suspiro humano de la vida, esa fuerza con la que el cuerpo obligaba al ser humano a sobrevivir. Un manotazo al aire, desesperado, esperando un milagro. Irónico era lo menos que se podía decir de la situación.
Su madre golpeó la puerta del cuarto que permanecía abierta. Tenía terror de cerrarla y quedarse solo y aislado allí.
-¿Cielito? ¿Seguro no quieres que te acompañemos al médico? -Louis rodó por su cama hasta darle la cara a su madre. Sharon se veía preciosa con el cabello recogido en una cola de caballo y los parpados pintados de azul.
-No, mamá, estoy bien -mintió con una sonrisa ladeada y el rostro relajado-. Solo estoy muy agotado, te prometo que volveré el lunes a la universidad y a Mr. Sweetness -Sharon chasqueó la lengua y levantó una ceja.
-Voy a fingir que te creo porque sé que no quieres hablar al respecto -su madre le guiñó un ojo-. La cena estará en diez minutos -Louis asintió para luego observar como la mujer se alejaba. Acto seguido, cerro sus ojos y volvió a dormir.
La siguiente vez que estuvo despierto, podía oír las voces en el pasillo. Su padre sonaba bastante preocupado, pero Louis no encontraba la fuerza para ponerse de pie y asegurarle que todo estaba bien, porque no lo estaba. No sabía si alguna vez volvería a estarlo.
-Solo habla con él ¿sí? Intenta que te cuente qué pasó porque no quiere hablar con nosotros -la voz del hombre se escuchaba como un susurro suave y cariñoso.
-Tranquilo, Chester, haré lo que pueda -contestó su hermano de igual forma.
-Se que contigo tiene una relación especial, quizás puedas llegar a él -culminó. Louis casi pudo sentir la sonrisa de Charlie con aquella afirmación tan cierta.
Los pasos de Chester se perdieron por las escaleras mientras los de Charlie entraban a su cuarto. El castaño ni siquiera se tomó el trabajo de levantar la cabeza para mirar a su hermano. Se quedó de espaldas completamente quieto esperando el peso del rubio en su cama. Charlie se acostó a su lado abrazándolo por la espalda fuertemente, provocando que Louis soltara apenas un par de lágrimas.
-¿Cómo te encuentras, microbio? -preguntó. Los hermanos siguieron acurrucados. Louis se alzó de hombros intentando restarle importancia pero sus ojos azules se llenaron de lágrimas, sin embargo no se permitió llorar. Dejó que lo invadiera de nuevo aquel terror a estar desprotegido y solo en un mundo más vasto del que conocía, pero muy dentro sabía que era algo más. Algo que no debería preocuparle tanto ya que se había enterado de que era un insecto microscópico en el universo; echaba de menos a Harry. Aún con el miedo, con el terror, lo extrañaba.
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Lucifer is British
FanfictionHarry ha pasado toda su vida cuidando de su alma gemela. Lo conoce desde su nacimiento y ha vigilado cada uno de sus pasos sin intervenir en nada, dejándolo florecer y convertirse en aquel mocoso de veinte años lleno de inocencia y cariño. Ahora lo...