3. La intervención

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Harry podía conservar su fachada de humano sonriente y socarrón delante de los ángeles, pero sus ojos siempre lo delataban. Simplemente no lograba controlarlo. La ira se apoderaba de cada célula demoniaca en su cuerpo provocando que los orbes usualmente verdes del rizado se transformaran en dos pozos negros, abismales. Se concentró en no irradiar emociones que delataran su verdadero estado de ánimo. Sentir era una desventaja, pero no poder controlar lo que sentía, era aún peor.

Niall se acercó a paso apresurado, como siempre, teniendo una confianza diferente a la de Liam y Riddle quienes también le guardaban rencor. Por eso odiaba un poco menos al rubio, no era un hipócrita como todos en el Cielo.

—Luci —una mueca frustrada cruzó por el semblante níveo de Niall—. Sabes que él todavía no tiene veintiuno.

—¿Y según la ley del Cielo solo puedo tocarlo cuando tenga veintiuno? —Niall hizo el amague de contestar cuando fue interrumpido descortésmente por Liam. Joder cómo detestaba a Liam. En serio, ese tipo era el peor de los tres chiflados, el más hipócrita, mentiroso. Y, por supuesto, de los favoritos de su padre.

—No, según la ley de los humanos en el estado de San Francisco, y Louis es uno de ellos —Harry rodó los ojos con dramatismo mientras procedía a acercarse a una amenazante Andras que se mantenía en un costado, a la espera de la orden que la haría intervenir.

—No estoy rompiendo las reglas, Dagon —contestó directamente, observando como el pecho de Liam se inflaba con ira—. Y no pienso hacerlo de todas formas, simplemente era el momento adecuado para acercarme a él —le dio un trago largo al whiskey que descansaba en su mano derecha, llena de anillos de oro y rubí.

—Sabes que a nuestro padre no le agradará que te acerques a él —esta vez el interventor fue Riddle, con sus ojos azules desbordando fiereza. Le gustaba cuando Andras jugaba con él. Al menos se lo podía sacar de encima con facilidad.

—En primer lugar, no es nuestro padre, es mi padre, sinceramente no tengo idea por qué todos ustedes se empeñan en llamarse hermanos y ver a Dios como el maldito padre de todos, no lo es —se arremangó la camisa y desabrochó los botones para comenzar a desvestirse. Tenía una reunión en unas horas y el diablo jamás llegaba tarde—. Y en segundo lugar, me tiene sin cuidado lo que mi padre piense —dejó caer la tela suave en el piso del salón y esperó a que Andras le alcanzara su camisa formal.

—Evidentemente te interesa, Lucifer, por algo has pasado la mayor parte de tu existencia intentando obtener su aprobación aun cuando te condenó a pasar tu eternidad en el infierno —las palabras de Riddle le calaron tan profundo a Harry, que la ira hizo de las suyas, causando que reaccionara antes de poder siquiera masticar aquello.

Subió una mano al aire haciendo un ademán grácil que se transformó en una bestia de aire, la cual tiró del cuerpo de aquel ángel contra una opulenta pared de cristales que se hicieron añicos en un instante.

Riddle no sangró. Ninguno de ellos lo hacía, de todas formas. Pero aun así, se quedó en el suelo tendido entre miles de cristales que se incrustaron en su saco de piel humana.

Harry, sin decir una sola palabra, se acercó hacia el gabinete secreto de alcohol y se sirvió una copa de vino tinto para calmar el ruido en su cabeza. Odiaba que le faltaran el respeto, él no lo hacía, ¿entonces por qué cojones lo hacían con él?

—Agradezco no estar en el puto cielo lidiando con mierdas como tú, tontín y tontón —contestó señalando a Niall y Liam que se mantuvieron atónitos por un par de segundos más. El tiempo comenzó a correr igual de rápido que siempre y entonces el rubio se acercó a pasos agigantados hacia Riddle para ayudarlo a levantarse. Una risita se escapó de la boca grande de Andras cuando Liam tropezó con los cristales y se enterró un par de manera profunda, en las palmas de las manos. Él soltó un gruñido y finalmente, estuvo dispuesto a irse.

Lucifer is BritishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora