16. Salmos 41:9

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"Aun mi íntimo amigo en quien yo confiaba,
el que de mi pan comía, contra mí ha levantado su talón"

Salmos 41:9

La ventisca de afuera de la cafetería de la universidad era lo suficientemente fuerte y helada como para mantener a Louis con su gorrito blanco puesto y los mofletes haciendo juego con su nariz roja. Tenía guantes con los dedos cortados y una taza de té de vainilla y caramelo humeando frente a su rostro. Los dientes le castañeteaban, pero se sentía bien. Mejor de lo que se había sentido en semanas.

—¿Quieres compartir una porción de tarta de cereza? —ofreció Niall a su izquierda mientras esperaba su batido de chocolate y recorría con sus ojos una y otra vez el menú. Louis sonrió a medias.

—Son las nueve de la mañana, Ni. Apenas y tengo ganas de este té.

—Yo sí quiero —esta vez fue Riddle quien intervino con su voz suave y armoniosa, para luego guiñarle un ojo a Louis.

—Si no fuera porque son ángeles, se indigestarían —el castaño se rio de su propio chiste siendo acompañado por Liam, pero los otros dos todavía se sentían tensos e inseguros. ¿Había pasado el suficiente tiempo para reírse de aquello?

Luego de haber estado con Harry, a Louis se le abrieron los ojos de sobremanera. Figurativamente hablando, por supuesto.

El mundo era un lugar muy pequeño y efímero como para cortar para siempre de su vida a quienes habían estado con él desde el principio de todo. Le dolía la traición, la mentira, la falta de confianza, pero comprendía por fin el porqué de todo. Y solo le había costado como un mes y una semana. Ja, era un chico listo.

Y muy enojón.

La charla telefónica con Liam había sido bastante breve porque Louis le había pedido que viniera a su casa. Por supuesto no esperaba que Liam apareciera justo delante de él, con el teléfono todavía pegado a la oreja y usando solo un par de bóxer azules con relámpagos. Su excusa, como era de esperarse, es que estaba con Zayn. Durmiendo. Sí, claro.

Hablaron gran parte de la madrugada y Louis accedió finalmente a ver a Niall y Riddle y dejar de ignorar sus mensajes y llamadas.

Los amigos se reunieron al día siguiente en el patio de la casa de Louis, como cuando eran adolescentes con acné y una obsesión insana por los superhéroes. El muchacho les hizo prometer que si los perdonaba no podían volver a guardarle un secreto sobre ellos, sobre todo si tenía que ver con él o con Harry. Aquello último también demandaba discreción porque no deseaba que Harry se enterase que preguntaba por él y se hiciese ilusiones cuando todavía tenía la cabeza revuelta.

Habían sacado todo de su interior y aquello los había hecho avanzar. Perdonarlos.

Así que no había razón para no seguir compartiendo desayunos en la universidad antes de entrar cada uno a su correspondiente clase. Siguieron hablando durante un largo rato sobre cosas humanas y normales, y Louis no podía sacarse de la cabeza que solo hacían eso para seguirle el juego, para mantener las cosas lo más apegadas a la realidad posible. Sin embargo, muy dentro suyo, había una vocecilla que le recriminaba la poca confianza. Sí, sus mejores amigos eran ángeles, pero habían pasado años con los humanos ¿no tenían derecho acaso a querer vivir como ellos? Quizás se habían encariñado con la humanidad... Liam hasta se había enamorado de uno de ellos así que todo era posible ¿no?

—¿Cómo quedaron las cosas con Luci al final? —preguntó Niall mientras engullía otro pedazo de la tarta de cereza que le habían traído. Louis acarició con un dejo de nostalgia el borde de su taza de té mientras sus pequeños ojos se perdían en un punto lejano.

Lucifer is BritishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora