1. Los que no tienen redes sociales son psicópatas, Louis

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Las mañanas solían ser bastante agradables en San Francisco; el clima apenas se elevababa por encima de lo justo y la humedad disminuía a medida que pasaba el tiempo.

Louis caminaba con un paso firme pero apacible, apretando contra su pecho los libros de estudio para su siguiente y última clase del día. Todavía no podía borrar la sensación faltante en su pecho que perduraba desde hacía dos noches. No dejaba de pensar en aquel extraño de ojos verdes y cabello caramelo.

-Cuéntamelo absolutamente todo, Tomlinson -un muchacho, más bajito que él, lo abrazó por los hombros sacándolo de su ensoñación. Una sonrisa sincera se dibujó en los labios finos de Louis mientras se reía, sintiéndose como cuando tenía dieciséis y se había enamorado por primera vez de un imposible.

-Niall eres un chismoso -el cabello castaño, casi rubio, de su amigo brillaba con lo que parecían ser pedazos de papel metálico-. ¿Qué es eso? -preguntó sacudiendo las hebras doradas del muchacho, dejando el suelo a su alrededor lleno de papelitos.

-Estaba ayudando a preparar la fiesta de fin de año a las maestras del kínder que está a un par de calles -se encogió de hombros y continuaron caminando por los pasillos, pero antes de llegar a destino fueron interceptados por otro de sus amigos, Liam; un tipo que lo que tenía en músculos, lo tenía en corazón. Parecía preocupado, pero Louis sabía que era un tipo algo cerrado, reacio a contar sus pericias.

-Liam -saludaron ambos con cordialidad.

-Louis -sonrió de lado, pero la alegría no le llegó a los ojos-. Niall.

-Hey, Louis estaba a punto de contarme del viernes y la fiesta de Riddle -el aludido subió la ceja reaccionando a aquel tono imperativo de su amigo, pero los conocía desde hacía años y sabía que eran así por naturaleza. Unos grandes papás protectores (como si no tuviera suficiente con los suyos).

Louis había conocido a Niall en primaria, con tan solo nueve años llevando el rostro siempre sucio de tierra y lágrimas. El rubio se quedaba a su lado todo el tiempo, lo protegía cuando niños más grandes querían pegarle, aun cuando los dos tenían la misma fisionomía lánguida. También conocía a sus padres, dos tipos de aspecto mafioso que jamás sonreían, así que tampoco le molestaba mucho cuando decidían juntarse en casa de cualquier otra persona.

Niall era su mejor amigo y su confidente más cercano; entre ellos no había secretos.

Cuando hubo entrado en la secundaria conoció a Riddle, un tipo altísimo con ojos azul cielo y cabello chocolate. Sonreía poco y hablaba aún menos, pero había llegado a su vida para quedarse. No pasó mucho tiempo para que se hicieran amigos cercanos y comenzaran a salir a cuanta fiesta se les cruzara. Riddle tenía dinero de sobra y decidía utilizarlo mayormente en Louis y sus salidas. Niall nunca iba con ellos porque el rubio podía ser muchas cosas, pero fiestero no era una de ellas.

El último integrante en unirse al grupito fue Liam. Lo había conocido por casualidad en el penúltimo año de secundaria luego de que el autobús de la escuela casi le pasara por encima a Louis a la salida de las prácticas de matemática.

Liam era un mundo aparte; un corazón de oro y amabilidad inhumana, cosa que no coincidía con su cuerpo musculoso y gigante. Era como si aquella barba varonil no encajara con los ojitos marrones de cachorro.

Fue casi el destino que los tres terminaran juntos en la Universidad Estatal de San Francisco. Niall estudiaba historia con Louis, Liam ciencias políticas y Riddle relaciones internacionales. Siempre estaban juntos, a veces pasaban los fines de semana con Louis en su casa, compartiendo almuerzo con su familia y repasando para exámenes finales.

Lucifer is BritishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora