8. No necesito tus amigos, tengo los míos

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Louis era pequeño al lado de las otras personas de su edad. Realmente pequeño. Había una razón por la cual sus hermanos lo llamaban microbio, por lo tanto había sido lo suficientemente fácil perderse en aquel mar de gente cuando Harry, sin previo aviso, había desaparecido sin dejar rastro. Louis no era demasiado fan de las multitudes, pero tampoco le amedrentaban; con una familia numerosa, se aprendía a ser sociable a la fuerza, y jamás había tenido problemas para relacionarse con nadie.

—¿Quieres bailar, muñeco? —una voz impregnada de vodka se le enredó entre el cabello haciéndole erizar los vellos de los brazos. Louis se volteó con rapidez, casi tirando al suelo el vasito rojo que traía en la mano con Coca-Cola y una pizca de ron.

—Oh, no, te lo agradezco —se volteó de nuevo para seguir surfeando entre el humo que salía de quien sabe dónde y los lasers que quemaban sus ojos, pero entonces sintió la mano de el mismo tipo agarrarlo por la cintura, desprevenido—. Disculpa, no sé si escuchaste, pero dije que no —la voz se le tornó fría y hosca, como un gato al que acababan de echarle un balde entero de agua helada. El tipo no parecía en sus cinco sentidos, pero tampoco estaba borracho perdido; solo era un imbécil más que no entendía las reglas básicas del respeto.

—Es solo un baile —insistió acercándosele peligrosamente al rostro, cosa que el menor resintió, propinándole un empujón que no hizo mucho, pero declaraba sus intenciones.

—Te voy a meter el vasito plástico por el culo si no me sueltas, orangután acéfalo, ¡dije no! —la rabia se pintó en ambos rostros, pero antes de que ninguno pudiera hacer nada, Harry lo rodeó con sus brazos quitándole de encima al tipo insistente. Su aliento suave y embelesador borró todo rastro de resentimiento por ese instante, propinándole un suave beso en la nuca.

—¿Necesitas ayuda, cariño? —preguntó directamente en su oído, así que dudó que el imbécil acosador estuviera escuchándolo.

—No, estoy bien, este infradotado simplemente no sabe tomar un no por respuesta.

—Mira, hermano, no sabía que era tu perra —el tipo se rio mientras comenzaba a alejarse.

—Desagradable bola de mierda misógina —Louis estuvo a punto de abalanzársele, pero Harry lo sostenía demasiado firme por la cintura—. ¿Cómo es que dejan salir sin correa a animales como éste? —enfrascado en su propio enojo, no fue capaz de pescar la rabia, la ira desenfrenada que había endurecido las hermosas facciones de Harry.

—Liam está arriba, probablemente necesita tu ayuda ¿te molestaría ir a echar un vistazo, ángel? —preguntó el rizado manteniendo el tono calmo de voz, con los dientes muy apretados y luchando por conservar los ojos en su color correcto.

—¿Qué hay de ese tipo? Parece un predador, no quiero que siga en la fiesta cuando hay aunque sea una mínima posibilidad de que haga algo malo —y Harry, tan astuto y sabio como siempre, sabía que lo haría.

—Yo me encargo de él, tú te encargas de Liam ¿lo ves justo? —Louis suspiró profundamente y apoyó la cabeza contra el hombro de Harry, aun siendo acunado por sus brazos.

—Quería que conocieras a mis amigos de otra forma...

—Tenemos todo el tiempo del mundo, créeme —el ojiverde dejó un suave beso en la sien del menor para luego liberarlo de su agarre—. Ve.

—Bajo enseguida.

—Esperaré por ti —una sonrisa ladina refulgió en el rostro marfileño de Harry.

Louis subió las escaleras con la rapidez y agilidad que lo caracterizaban. Sus hermanos decían que era un espástico, aunque Christian juraba que solo era especial (y consumía demasiada azúcar).

Lucifer is BritishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora