Harry ha pasado toda su vida cuidando de su alma gemela. Lo conoce desde su nacimiento y ha vigilado cada uno de sus pasos sin intervenir en nada, dejándolo florecer y convertirse en aquel mocoso de veinte años lleno de inocencia y cariño. Ahora lo...
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La medianoche los agarró desprevenidos. Louis no podía creer todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. Todavía no llegaba a procesarlo. Tenía miles de preguntas más, y sospechaba que Harry debía estar cansado de responderlas todas. Era complicado, todo aquello era complicado.
-Cariño -la voz aterciopelada del rizado le acarició la nuca a Louis quien mantenía sus ojos perdidos en el ventanal de la sala. Se volteó apenas un poco para mirarlo, contento de notar aquel sutil cambio en su semblante compungido desde hacía un tiempo.
-¿Sí, Harry? -hizo caso omiso al dulce apodo que él había utilizado, pero sabía que sus mejillas lo delataban.
-¿Puedes quedarte esta noche conmi- con nosotros? No soporto la idea de dejarte desprotegido -sus ojos, tan verdes como dos piedras de esmeralda, destilaban sinceridad siempre. No le quedó más remedio que sonreír sutilmente y asentir una vez. Harry parecía aún más feliz, mostrando su preciosa sonrisa de dientes blancos y hoyuelos.
Ambos se acercaron a paso lento hasta la cocina donde JC movía de un lado para otro sus manos haciendo aparecer ingredientes, utensilios y especias de todo tipo. Su cabello marrón oscuro estaba recogido en un rodete bajo.
-Espero que cocines algo rico, JC -molestó. Louis rio por el comentario, pero el aludido solo observó a su hermano con una ceja alzada.
-No quiero pecar de orgullo, pero todo lo que cocino es rico -sonrió ladeado-. Y lo mejor de todo; sin sufrimiento animal.
-¿Siempre fuiste vegano? -preguntó Louis sentándose en una de las banquetas, con su cara apoyada en el puño y mirando a JC con ojos interesados.
-Oh, no -el hombre continuó picando verduras y cociendo caldos en la cocina prendida-. Vengo de un tiempo muy antiguo, antes comía carne, usaba pieles y no comprendía el concepto de especismo. Llevo más de dos mil años deconstruyéndome y es un proceso que probablemente nunca culmine.
-Wow eres tan interesante... -Louis soltó un suspiro sonoro recibiendo un ceño fruncido de Harry, haciendo reír a JC-. ¿Y aprendiste a cocinar por el mundo? ¿Conociste a todos los chefs?
-Conocí a muchos, y un par de esos muchos me enseñaron sus secretos de cocina, sí -JC agarró un pedazo de queso de soya condimentado y lo puso frente al rostro de Louis, quien lo prensó con los dedos y se lo llevó a la boca soltando un sonido de placer que hizo que Harry carraspeara y se bebiera de un trago la media copa de vino blanco que tenía en frente.
-Ángel ¿has avisado ya que te quedas? -Harry se quitó la chaqueta anaranjada quedando con una camisa blanca y volátil. Louis recorrió su cuerpo de arriba abajo intentando ser disimulado, pero no podía despegar sus ojos de aquella nueva marca en su antebrazo que se cernía con elegancia casi hasta llegar a su codo. Sería un mentiroso y un iluso si no se admitiera a sí mismo lo sensual que esa especie de tatuaje hacía a Harry.
-Emmm -aclaró sus pensamientos para formar una respuesta coherente-. Ah, no. Voy a llamar a mi papá, pero le diré que me quedo con Niall porque... bueno, ya sabes -se levantó con rapidez y buscó su teléfono que todavía estaba tirado en el sofá de Harry.
