Regreso

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Una joven albina que no llegaba al metro sesenta iba bajando de su jet privado con sus lentes de sol.Luego de un viaje agotador llegó a Japón, una limusina no tardó en pasar por ella.
-Kumo-sama, bienvenida.-Un elegante hombre en traje se apresuró en abrirle la puerta del vehículo.-¿Cómo estuvo París?
-Igual de nostálgico que siempre, Yuko-san.-Suspiró pesadamente para luego adentrarse en el lujoso transporte, deseaba un tibio baño en la fría mansión que heredó.
-Señorita, ¿desea pasar al cementerio o...?
-Vámonos a casa, por favor.-su dulce voz salió como un graznido, sus ojos comenzaron a picar.Ese día sus padres cumplían tres años de fallecidos.

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Lágrimas brotaban de sus hermosos ojos avellanas, corría como si su vida dependiese de ello, hasta que los vio, todos tenían una mirada de indiferencia.
-Chicos...Por favor...-agitada, y con el corazón en la mano quería invitarlos al funeral de sus progenitores.Sus lágrimas caían sin parar.Pobrecilla, los milagros pensaban que lloraba por ellos.
-Shiroi, sal de mi camino.-Ordenó Akashi.
-Seijur...
-No tienes ningún derecho de llamarme así, desde ahora para ti seré Akashi-sama, la gente sin clase no debería de siquiera dirigirme la palabra.-Quedó en shock, ¿él creía que ella era pobre? Sus lágrimas salían sin control.
-Daiki.-llamó en un susurro, esperando que él besase su frente para calmarla y asegurarle que todo iba a estar bien.
-Piérdete, ¿sabes lo molesta que eres?-Por dentro su pobre corazón estaba haciéndose cada vez más añicos.
-K-kise...-El rubio hizo amague de ir hacia ella, esperaba un abrazo y un "Shiroicchi, no llores", no fue así.
-Por favor, no te me acerques, puedes dañar mi reputación.
-Shintaro...-Seguía intentando, buscaba consuelo en cualquiera de ellos, sentía como se estaba desmoronando.
-Me das mala suerte, Shiroi, aléjate de mi.-Cayó de rodillas, estaba quedando sin pilares.
-Atsushi...
-Um, que molesta eres Shirochin, me dan ganas de aplastarte.-Todos estaban pasando de largo, pero trataba de no apagar su esperanza.
-Satsuki...
-Lo siento, Shiroi-chan.-La pelirosa fue tras el moreno con una mirada de arrepentimiento.Solamente le quedaba una sombra.
-Tetsu...
-No me llame así, Kumo-san, en este momento desearía que usted desapareciera y no yo.
Y así como fue buscando apoyo terminó totalmente destrozada, sin padres, sin amigos.Sin absolutamente nada, no le habían tocado ningún solo pelo, pero se sentía tan lastimada que no podía moverse, mucho menos levantarse del frío piso de aquél pasillo.

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Sacudió su cabeza, no se había dado cuenta de que ya llegó a "humilde" hogar, toda la servidumbre ya la esperaba perfectamente alineada.
-Estoy en casa.-susurró ella, mientras se quitaba los zapatos para poder entrar.
-Bienvenida, Kumo-sama.-Corearon todos los empleados, desde mucamas hasta cocineros y mayordomos.
-Por favor, si alguno es tan amable de prepararme una tina de agua caliente y algo de café negro...
-Enseguida, Kumo-sama.-La pálida muchacha suspiró, no se terminaba de acostumbrar a ese tipo de tratos aunque desde que tuvo memoria las cosas fueron así.
Con pereza subió las escaleras hasta llegar a su habitación previamente preparada.

Su cama era ridículamente grande, entraban seis personas más aparte de ella si se lo proponían

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Su cama era ridículamente grande, entraban seis personas más aparte de ella si se lo proponían.Lujos innecesarios recalcó su mente.
-Kumo-sama, su baño está listo.
-Muchas gracias.

Eran las 3:37 de la tarde cuando se metió a la tina, como su piel era muy delicada debía de cuidarla siempre: usando cremas exfoliantes, gel de ducha, cremas hidratantes, lociones corporales y demás

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Eran las 3:37 de la tarde cuando se metió a la tina, como su piel era muy delicada debía de cuidarla siempre: usando cremas exfoliantes, gel de ducha, cremas hidratantes, lociones corporales y demás.Su larga cabellera olía a flores de Jazmin por su champú, mientras el resto de su cuerpo a vainilla y chocolate.O al menos eso le decían ellos...
Gruñó molesta, no tenía porqué pensar en esos desgraciados.Salió rápidamente de la tina para dirigirse a su clóset, que realmente era una mezcla de varias habitaciones divididas por secciones.

Salió rápidamente de la tina para dirigirse a su clóset, que realmente era una mezcla de varias habitaciones divididas por secciones

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Fue a la sección de camisetas y se puso una grande de su banda de rock favorita.Luego a la de zapatos, a buscar sus pantuflas de conejito.Con su atuendo listo se encaminó a su habitación, lista para beber su café y leer alguna novela ligera.

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Los seis estaban reunidos en ese pasillo de Teiko, el mismo que estaba cerca del gimnasio donde hace años practicaban como amigos.No podían ver las nubes sin sentirse dolidos.
-Hace tres años que se fue, je.-Suspiró Aomine, observando los jazmines con pétalos blancos que habían por ese patio, Shiroi fue la que los plantó hace bastante tiempo.
-Ya saben que cualquiera que la vea...
-Debe avisar inmediatamente a los demás, ya lo sabemos, Akashicci.-bufó Kise antes de dar la espalda y caminar lejos de allí, el corazón de los seis dolía y ninguno podía quedarse ahí mucho tiempo, en el mismo lugar donde ella lloró arrodillada por culpa de ellos.
-Tks, me voy, nanodayo.
-Um, que aburrido.-suspiró el pelimorado para alejarse junto al peliverde malhumorado.
Kuroko no dijo nada, Akashi tampoco, todos siguieron con su camino.Sin saber que pronto tendrían noticias de ella.

Kanpeki•KnbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora