Traumas

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-Dame un día o dos para pensar algo ingenioso e ir a mi casa, ¿puedes?-La peliblanca preguntó recostada sobre su hombro con un susurro débil.

-Claro que puedes quedarte los días que quieras Shiroi...Hay una habitación donde puedes quedarte si quieres, es de mis padres, pero ellos nunca la usaron así que no importa.-El moreno restó importancia, la albina asintió agradecida mientras recorría con la mirada toda la habitación, al ver una pila de revistas se levantó con curiosidad y cojeó hasta alcanzarlas.

-Tú...¿Lees mis entrevistas?-Preguntó sorprendida.

-Sí, lo hago desde que volviste.Y déjame sentirme orgulloso de que actúes igual de egocéntrica que yo al responder preguntas estúpidas.-Una risita salió de sus labios.-Me alegra conocerte bien y saber que no eres esa perra engreída que los periodistas creen que eres.

El silencio reinó en la habitación un par de segundos.

-¿No soy esa perra engreída?-Susurró anonadada.-...Daiki, tengo problemas, muy jodidos.-Lo abrumada que estaba se sentía a kilómetros.

-¿Que pasó cuando te fuiste? O mejor dicho, ¿porqué te fuiste?-Ella seguía parada y le daba la espalda a Aomine, no quería demostrarse aún más vulnerable.

-El día en el que el equipo se separó...-Comenzó ella.-Mis padres fueron asesinados, yo había tenido una fuerte discusión con ellos porque no quería comprometerme en matrimonio con un señor que no conocía.Y cuando quise invitarlos al funeral...-La voz quebrada llegó y Daiki jamás se sintió tan culpable.-...Todos me abandonaron, mi abuela era muy vieja como para ser mi tutora y entonces, quedé bajo la custodia de la arpía de mi tía.-Shiroi odiaba sentir esa horrible sensación de que alguien le pisaba el pecho.-Ya que no tenía a mis padres ni a mis amigos, ¿porqué seguiría viviendo aquí? Mi tía puso la excusa de que necesitaba conocer más culturas y me convenció de que ir a estudiar a institutos prestigiosos en distintos países era lo mejor para mi, y, mientras no estaba en Japón...Ella vendió propiedades que estaban a mi nombre en el testamento, pero que no figuraban hasta que yo fuese mayor de edad...sin embargo, mi tío, el esposo de esa alimaña, desde la primera vez que me vió quedó obsesionado conmigo y recompró cada una de esas propiedades para volver a ponerlas a mi nombre.Capaz y sea un pedófilo, pero estoy muy agradecida con él...-Sonrió amargamente, el basquetbolista seguía digiriendo toda esa información mientras conectaba hilos al mismo tiempo.-El primer año fuera de aquí me pasé estudiando todo lo que te puedas imaginar, aprendí a ejecutar cualquier instrumento musical, recibí un título gastronómico, estudié todo tipo de artes, defensa personal, y sobre todo, matemática y estadística pura, ustedes no sabían, pero yo desde siempre fui la heredera Kumo.Vivía en ese pequeño departamento porque tenía prohibido llevar a mis amigos a la mansión principal, no podía usar efectivo porque siempre llevaba una tarjeta de crédito y me daba mucha verguenza el utilizarla solo para comprar un chocolate, por eso se los pedía a ustedes siempre...Mi uniforme nunca estaba planchado porque me despertaba muy tarde como para plancharlo.-Rió levemente.-Siempre fui asquerosamente rica, pero no quería que el mundo lo supiera.-Hizo una pequeña pausa antes de proseguir con los ojos apagados-...El segundo año de viaje conocí a un muchacho en Estados Unidos, yo creí que ambos nos enamoramos, él fue mi primera vez...No sabía que mi tía le pagaba a cambio de entretenerse...Lo amaba tanto que accedí a compartir intimidad con sus amigos, fui una idiota, lo sé...Y ellos lo dijeron, cualquiera que se interese en mi más allá del sexo, está mintiendo.-Las lágrimas volvieron a brotar, la sangre de Aomine ardió del coraje y no dudó en levantarse para ir a abrazarla, su querida nube se había oscurecido y nadie se había dado cuenta.-Poco después fui a París a tratar de sanarme la herida, una vez que terminé los estudios avanzados volví porque necesitaba ver a mi abuela.Ella quería un nieto, me negué y murió...Probablemente esté maldita, todos los que alguna vez amé se fueron de mi lado...Si dentro de dos años no me caso y doy a luz a una criatura no podré heredar nada del testamento...Y aunque no necesite el dinero, no puedo permitir que la desgraciada de mi tía se quede con todo.-La impotencia que sentía le perforaba el alma, Daiki besó su blanca cabeza tratando de consolarla.

-Hey, yo sigo aquí.-Trató de animarla.-Y te prometo que nunca más me iré...Sé que tienes muchos problemas, pero cuenta conmigo para lo que sea.

-Mierda.-Ella maldijo entre lágrimas.-Tómame, Daiki, necesito que me mires con ganas y no con lástima.-Ella lo besó, él se sintió en el cielo al poder tocar esa nube.No pudo contenerse una segunda vez, con cuidado de no lastimar aún más el pie de su querida Shiroi, la recostó en la mullida cama y con deseo la desnudó, jamás se cansaría de tener esa vista y por supuesto guardaría para siempre en su mente las veces que ella gritó su nombre esa noche luego de haberle confiado sus traumas.

Kanpeki•KnbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora