Fortuna

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Murasakibara tenía una fortuna de la que nadie hablaba, ya que nadie sabía; él era asquerosamente rico.Todos pensaban que él mendigaba por sus dulces, sin saber que realmente tenía una cuenta bancaria con muchos ceros a su nombre que parecía siempre estar subiendo.Por más que fuese perezoso todas las noches se desvelaba viendo las estadísticas de la empresa de su madre y extrañaba en silencio a su difunto padre, de vez en cuando debía asistir a reuniones de negocios y esta vez se encontraría negociando con el imperio Kumo, mentalmente preparaba la manera correcta de disculparse con ella.Claro que estuvo mal, no podía excusarse con su mal carácter, pero tampoco esperó que ella desapareciese del mapa durante más de dos años.
-Buena suerte en tu junta, hijo.-Su madre era pequeña -claro, no más que Shiroi- y él se inclinaba bastante para que ella pudiese anudar perfectamente el nudo de su corbata.
-Gracias mamá~.-Él bostezó con cansancio.
-Deberías de dormir mejor Mura-chin, las estadísticas no van a decaer porque no las veas una noche.-Él la ignoró, la señora Mei jamás comprendería que esas estadísticas era todo lo que le quedaba de su padre.
-Uhm, nos vemos.-El pelimorado subió a la limusina con aburrimiento, eran las ocho y tanto de la noche y la reunión estaba programada para las nueve.

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-Bienvenido, Murasakibara-sama, la señorita lo espera en su despacho.-La mansión era gigante -casi el doble que la suya- y tenía muchos más sirvientes que se alineaban perfectamente para recibirlo.
-Buenas noches, con permiso~.-Saludó para continuar su camino, las inmensas escaleras de mármol oscuro parecían no tener fin.Y mientras se divagaba en sus pensamientos llegó frente a las elegantes puertas de roble oscuro con manijas de oro; dio tan solo dos golpes antes de que una dulce y femenina voz dijese "adelante".
-Buenas noches.-Saludó cordialmente antes de ingresar a la oficina, Shiroi se veía igual de hermosa e inalcanzable atrás de su escritorio; lucía poderosa.
-Buenas noches, empecemos con los negocios.-Pidió señalando el asiento vacío, él no tardó en sentarse, quitar los papeles de su maletín y comenzar a hablar de las estadísticas y estrategias comerciales.

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-Así damos por concretado nuestro trato.-Estuvieron durante casi tres horas negociando hasta llegar a un acuerdo mutuo.-Eso es todo.-La frialdad con la que ella le hablaba en el fondo era hiriente.
-Uhm...Shiroi-chin.Lo siento.-La Kumo lo miró sorprendida.-No debí decirte que quería aplastarte, estaba enojado porque Akashi-chin me ganó ese día, no quise ser un idiota contigo y supongo que querías decir algo ese día, pero realmente no me sentía con ánimos de escuchar a nadie.-Trató de explicarse como pudo de manera incómoda.-No esperé que te fueras y que perdiéramos contacto, realmente en estos años pensé en ti y deseé que estuvieses bien.-Culminó, extendiendo una cajita de bombones de chocolate negro -sabía que eran sus favoritos-.-¿Puedes perdonarme, por favor?
Shiroi estaba en esos días, por lo que jamás se sintió tan conmovida.No dijo nada y se abalanzó a abrazarlo enrollando sus piernas en la ancha y masculina espalda: realmente lo había extrañado.
Atsushi sonrió aliviado sin mostrar sus dientes.Realmente daría toda su fortuna por recuperar a su querida Shiroi-chin.

Kanpeki•KnbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora